Ismael

Crítica de Emiliano Basile - EscribiendoCine

¿Momento de ternura?

El director argentino Marcelo Piñeyro (Tango feroz, la leyenda de Tanguito) realiza su primer film rodado íntegramente con producción española. A diferencia de otras películas más “cerebrales” del director de Las viudas de los jueves (2009), Ismael (2013) apunta a la sensibilidad del espectador, a trasmitir emociones, aunque no siempre logradas debido a un planteo demasiado explícito.

Ismael narra la historia de un niño (Larsson do Amaral) que se escapa de su madre (Ella Kweku) y padre adoptivo (Juan Diego Botto) hacia otra ciudad, con fin de conocer a su padre biológico Félix (Mario Casas). Su abuela Nora (Belén Rueda) lo recibe y viajan a la localidad balnearia donde su padre trabaja de profesor en una escuela de re inserción. Cuando se encuentren descubrirán que todos tienen algo que cerrar de su pasado.

El mayor problema de Ismael está en lo dicho. El drama que la película intenta trasmitir con ternura es completamente explícito: todo está mostrado y nada queda a la interpretación del espectador. Si recordamos Kamchatka (2002), otro film dirigido por Piñeyro con Ricardo Darín y Cecilia Roth, las metáforas aunque obvias en algunos momentos, estaban a la orden del día y permitían al espectador construir la trama en su cabeza.

Diametralmente opuesta es Ismael, que se esboza como una sucesión de diálogos excesivos de carga dramática cuan novela mexicana. En esa reiteración del recurso aparece el oficio del elenco del film: Casas, Rueda, Botto, Sergi López. Por un lado el equipo actoral sostiene diálogos y situaciones que rozan lo inverosímil, y mantienen el vilo dramático de la historia. Por el otro, la película pareciera tener la necesidad de crear un momento de lucimiento para cada figura, imponiendo líneas narrativas que en algunos casos no aportan demasiado a la historia principal (la relación entre los personajes de Belén Rueda y Sergi López, por ejemplo).

Por tales motivos, Ismael tiene todos los elementos para ser el film conmovedor que pretende ser, pero desperdicia la ocasión abusando de sentimentalismos y golpes bajos, volviéndose una película lacrimógena que no capitaliza de la mejor manera su potencial artístico.