Ismael

Crítica de Hugo Fernando Sánchez - Tiempo Argentino

Road movie emocional de Piñeyro

El director argentino de películas de ruta como Caballos salvajes y otros éxitos de taquilla como Plata quemada y Tango Feroz, ahora incursiona en la historia de un niño que en España decide ir a buscar a su padre biológico

Ismael (el joven actor Larsson do Amaral) tiene diez años y un día decide que es hora de saber quién es su padre. Con una vieja carta donde figura la única pista que tiene sobre su paradero, se toma un tren desde Madrid a donde vive hasta Barcelona, en donde se supone que reside Felix, su papá biológico.
En la dirección de la capital catalana encuentra a Nora (Belén Rueda), que resulta ser su abuela y que le informa que su padre se mudó a un pequeño pueblo. Mientras Ismael comienza a entablar una relación con la mujer que lo lleva a encontrase con Felix, su mamá Alika (Ella Kweku) y su esposo Eduardo (Juan Diego Botto) también se dirigen al pueblo para reencontrase con el niño.
Road movie emocional, ensayo sobre la identidad, fresco sobre las familias rearmadas y multirraciales –Ismael y su madre son negros–, toda la historia apunta al encuentro de todos los personajes, que estarán prolijamente perfilados y que así, dan cuenta de sus acciones pasadas y el camino que tomarán en el futuro, donde amores contrariados, segundas oportunidades y la posibilidad de una familia ampliada se abren al debate.
Cinco años después de Las viudas de los jueves, su última película, Marcelo Piñeyro presenta su primer trabajo enteramente español, más allá que varios de sus films habían sido coproducciones.
Como uno de los directores que sin llegar a ser parte del llamado Nuevo Cine Argentino pero que tampoco puede considerarse de la vieja guardia, sin lugar a dudas es uno de los realizadores imprescindibles a la hora de repasar el cine industrial de calidad, como Plata quemada, Cenizas del paraíso, Caballos salvajes y Tango feroz: La leyenda de Tanguito, títulos que dan cuenta de un afinado olfato para lo popular.
Sin embargo, parece que filmar en tierras extrañas hizo que su probada intuición mostrara grietas, en un relato que pretende funcionar en varios niveles (por supuesto que la cuestión racial forma parte del menú y la cuestión social también) pero en realidad cierra en muy pocos, con mucho cálculo y un cuidado extremo porque nada altere la exposición civilizada de los conflictos, que se resuelven de manera amable, en un mismo tono apagado, dando como resultado un film chato, sin demasiada vida, salvo cuando entra en escena el formidable Sergi López, algo así como un seductor bon vivant de provincias, un personaje menor pero definitivamente interesante, sobre todo cuando el estudiado guión le permite jugar al romance con Belén Rueda.