Historia de amor y otros sentimientos
La primera película española de Marcelo Piñeyro invita a bucear con sencillez en las contradicciones.
Saber es un acto de coraje. Para saber, hay que animarse y tomar la responsabilidad de las consecuencias que el nuevo conocimiento depara.
Ismael no teme a saber. En su pecho luce un pin con la inscripción en latín "atrévete a saber" y lo pone en práctica cuando aborda un tren para atravesar los 600 kilómetros que separan a Madrid de Barcelona y conocer a su verdadero padre.
Es un niño moreno, de apenas 10 años y toda la referencia que encuentra es el nombre del desconocido, Félix, y el remitente de una carga que su madre escondía.
Junto con Luis, su actual pareja, Alika -inmigrante nigeriana que debió abrirse camino desde su antigua condición de indocumentada- le dio a Ismael una familia que lo ama, contiene y vela por su bienestar.
Pero el chico tiene varias preguntas que nunca han sideo respondidas, y es por eso que sale a buscarlas.
Cuando golpea la puerta en el piso de Barcelona, lo atiende una mujer elegante y de piel muy blanca que se asombra de que ese niño de cabellos moteados afirme ser su nieto, y mientras llama a la madre del chico para que vaya por él, se ofrece a llevarlo mientras tanto a conocer a Félix.
Claro que, en esa acción, las materias ocultas comenzarán a desvelarse para todos los involucrados y de allí en más, habrá que ver cómo lidiar con lo que viene.
La narración de Ismael transcurre con la cadencia y naturalidad del valsesito que se escucha durante gran parte del relato, una melodía que trastoca en canción de cuna cuando el tono lo precisa.
Tiene el trazo de las historias que dicen mucho más de lo que refieren en líneas expresas y abarcan temas sociales y emociones profundas al unísono y sin trauma alguno.
El pequeño Larsson do Amaral es toda una revelación .