Mis dos papás
Tras cuatro años de ausencia, Ismael marca por un lado el retorno de Marcelo Piñeyro detrás de las cámaras y como guionista junto a Verónica Fernández y Marcelo Figueras para entregar un film amable e intimista que gira en torno a la búsqueda de identidad a cargo de un niño de ocho años (Larsson do Amaral), de madre nigeriana, quien escapa de su hogar de Madrid a Barcelona al encuentro de su padre biológico Félix (Mario Casas) sin que éste supiera anteriormente de su existencia.
Para ello la llegada del pequeño al único lugar de referencia de una carta añeja lo conecta directamente con su abuela (Belén Rueda), quien desayunada de la nueva situación y la posible paternidad de un hijo, a quien no ve hace tiempo, decide ayudar al morenito Ismael en su empresa y además aprovechar el pretexto del viaje para recomponer tal vez algunos vínculos con Félix, dedicado al trabajo con adolescentes problemáticos en un colegio donde enseña dibujo, y así saldar cuentas pendientes.
Así las cosas, la confrontación entre Ismael y su padre biológico origina también que su madre Alika (Ella Kweku), acompañada de su nueva pareja Luis (Juan Diego Botto), a quien el niño considera su verdadero padre, remueva viejos tiempos y reabra heridas que ya parecían haber cicatrizado cuando decidió marcharse con el pequeño y alejarlo del contacto con Félix.
Marcelo Piñeyro conoce al dedillo los lineamientos del melodrama familiar clásico sin el chantaje emocional de golpes bajos a cuestas y sale airoso en cuanto a su performance de director atento para el lucimiento de un elenco sólido, donde la presencia de la revelación Larsson do Amaral ocupa el centro pero también el profesionalismo y ductilidad de una Belén Rueda mucho más despierta que en Séptimo, film donde se la pudo reconocer junto a Ricardo Darín, actor con el que no logró la química necesaria que sí consiguió esta vez –claro que con un personaje distinto- con Sergi Lopez en un rol secundario pero importante al fin.
Ismael es un film pequeño pero noble, con corazón y despojado de toda recarga emocional extra para plantear de manera sencilla y con poca elocuencia conflictos paternales identificables y la importancia de conocer la verdad para crecer sin rencores y afrontar la vida desde otro lugar.