Catalogada como la película de terror más taquillera de la historia, IT (2017) logró el visto bueno no solo de la crítica especializada sino la alegría y la confianza de uno de los fandom más difíciles de conquistar: los amantes del universo literario de Stephen King. A pesar del cariño nostálgico por aquella miniserie de 1990 que había sembrado millones de pesadillas (con el tiempo transformadas en memes), en gran medida gracias a la inolvidable labor de Tim Curry, lo cierto es que la historia del payaso maldito no había envejecido nada bien y la novela más popular del Rey del Terror seguía pareciendo imposible de llevar a la gran pantalla. Tras algunos cambios en la narrativa, récord de taquilla y una inesperada y beneficiosa reacción del público, al director argentino Andy Muschietti aún le restaba el complicado trabajo de adaptar la segunda mitad, quizá la menos interesante, de la novela de 1500páginas de King. Para sorpresa de todos, Andy logró redoblar la apuesta con una meticulosa producción y ya podemos afirmar sin ninguna duda que estamos ante uno de los filmes terroríficos mejor ejecutados del año.
27 años después de haber enfrentado al payaso asesino Pennywise, el Club de los Losersregresa al pueblo de Derry con el fin de reencontrarse y compartir los recuerdos de una adolescencia marcada por la muerte. Convocados por Mike, el único de los miembros que nunca logró abandonar la ciudad, los viejos amigos descubren que la historia está volviendo a repetirse: otros niños han comenzado a desaparecer misteriosamente y todo indica que el mal sigue acechando en las calles. Juntos, deberán hacerle frente a sus miedos más profundos si quieren desterrar de una vez y para siempre al espeluznante monstruo de las alcantarillas.
La segunda parte de IT nos presenta a aquellos entrañables 7 protagonistas convertidos ahora en adultos atormentados por los traumas de un pasado que ha terminado afectando tanto sus proyectos, su vocación, como su vida social y familiar. Interpretados por James McAvoy como Bill, Jessica Chanstain como Beverly, Bill Hader en el rol de Richie, Isaiah Mustafa como Mike, Jay Ryancomo Ben, James Ransone como Eddie y Andy Bean en el papel de Stanley, el team de los losers parece no haberse separado nunca: un par de copas y la química renace entre ellos. Incluso, no estaríamos exagerando si dijéramos que se siente mucho más fresca y realista que la del elenco juvenil de la primera parte. El reparto es verdaderamente la gran joya de esta película y se nota un excelente trabajo actoral a la hora de imitar los gestos y los rasgos muy definidos de la personalidad de cada personaje. Las inclusión de escenas inéditas de los niños logran conectarnos nuevamente con los temores ocultos y se intercalan a la perfección con las vivencias de los adultos. Mención especial para Bill Hader, quien se roba la pantalla con su carisma y ocurrencias, típicas de Richie, y Jessica Chanstain, que aquí es de las que carga con el mayor peso dramático.
La película, que en Estados Unidosobtuvo clasificación R por su destacada violencia, es mucho más oscura que su antecesora y la mayoría de las escenas perturbadoras cuentan con un majestuoso uso de efectos digitales. El Pennywise de Bill Skarsgård aquí se mueve y toma diversas formas grotescas de modo tan realista que resulta aterrador incluso quitándole los jump scares que acompañan sus escenas.
IT: Capítulo 2 también presenta momentos emotivos y de profundidad narrativa que la convierten en toda una epopeya de la amistad. Un gesto notable para un relato donde queda claro que la adolescencia representa los mejores y peores episodios de una vida, y quizá en esa composición se encuentre la magia.
Los fanáticos de Stephen King en Argentina se llevarán una peculiar sorpresa con el tan comentado cameo del escritor de Maine, uno que quedará para la historia seguramente.
Podemos decir que IT: Capítulo 2 es la adaptación que necesitábamos, tanto desde lo visual como por las actuaciones, el guion y el respeto que se ha tenido por la historia. Una película completa, disfrutable, con un ritmo trepidante que jamás decae en sus casi 3 horas de duración.