It (Eso)

Crítica de Ayelén Turzi - La cuarta pared

Seamos honestos: las remakes y reboots siempre nos dan miedo. Miedo que arruinen la película original, miedo que quieran reinventar algo que aún sigue vigente*, miedo que destruyan nuestra infancia (como han dicho, erróneamente, muchas personas acerca del reboot de Ghostbusters). El tema con IT (basada en una novela de Stephen King que ya tiene 30 años, y remake de la mítica miniserie de TV de 1990, con el icónico Pennywise de Tim Curry) es que justamente, nos tenía que dar miedo. El argentino Andrés Muschietti venía de generar climas realmente perturbadores en Mama y nos preguntamos (particularmente después del fracaso de El Pulso y La Torre Oscura) si estaría a la altura del maestro del terror. Spoiler: la rompe toda.

(*) Como Meg Ryan, que se recauchutó innecesariamente toda la cara cuando todavía estaba buenísima.

Bill, en cama, deja salir a su pequeño hermano Georgie a jugar a la calle un día de lluvia, con un pequeño barquito. El barquito cae por una alcantarilla y le propicia un encuentro con Pennywise, tan perturbador y violento que te hace entrar de golpe en el código que manejará la película. Bill es parte del Club de Perdedores, los chicos de la escuela que sufren bullying, junto a Eddie, Stanley y Ritchie. No sufren el típico bullying verbal, sino que la violencia que sufren es desmedida en algunos casos: Henry, uno de los chicos malos, le graba a Ben, el gordito nuevo en el pueblo, una "H" en la panza con un cuchillo; nada de decirle "¡Gordo comemilanesas!" y salir corriendo.

Bill está convencido que Georgie sigue vivo y, a pesar del toque de queda que hay en el pueblo debido a la desaparición de varios chicos, arrastra a sus amigos a hurgar en las canteras y alcantarillas del pueblo para encontrarlo. Al grupo se suman Beverly, quien sufre todo tipo de abusos por parte de su padre, y Mike, atormentado por la muerte de su familia en un incendio. Y la historia desde aquí es conocida: deberán derrotar al payaso para cortar con el ciclo de matanzas y desapariciones que devasta el pueblo cada 27 años.

El primer gran acierto de la película es la manera en que dosifica la información. No importa si leíste el libro o viste la película anterior, esta versión construye su propia narración (como se debe). Por ejemplo, se aprovecha el hecho que Ben sea nuevo en el pueblo y no tenga amigos para indicar que usó su tiempo libre en investigar la historia del lugar y nos ahorra una tediosa secuencia donde los chicos van a la biblioteca local y hurgan en libros y periódicos para hacerse de la información que finalmente les permite encontrar a Pennywise. Lo mismo con la presentación de los personajes: no hay presentaciones profundas al inicio de la narración, sino que el máximo conocimiento de quiénes y cómo son estos chicos lo obtenemos a partir de asistir a las pesadillas lúcidas con las que el payaso los atormenta. Eddie por ejemplo se encuentra sobreprotegido por su madre y maneja un exceso de información sobre enfermedades, virus, bacterias y normas de higiene que si bien le da cierta veta cómica al personaje, lo limita constantemente. Como el payaso les genera alucinaciones que los colocan frente a sus máximos temores, en su caso se manifiesta como un linyera sucio, lleno de gusanos, que lo amenaza con darle una de sus píldoras con sus manos apestosas. Estos momentos, materializados desde lo más profundo de los temores de cada uno de los chicos, nos muestra de manera genuina quiénes son.

A esta narración inteligente se le suma el excelente uso de los recursos técnicos. Los movimientos de cámara siguen a los personajes o se alejan de ellos dando mucha fluidez a sus acciones, permitiéndole al espectador involucrarse en mayor o menor medida de acuerdo a lo que cada momento necesita. Muschietti se coloca junto a James Wan (El Conjuro, Insidious) en el bando de los grandes narradores contemporáneos de cine de terror, desplegando una amplia capacidad para generar climas y provocar sugestión y angustia psicológica, demostrando que el género es mucho más que asustar mediante sobresaltos inesperados y subida desmedida de los decibeles de la banda sonora. De hecho, hay muy pocos sobresaltos de este tipo, y los que hay son completamente efectivos.

Por cierto, la banda sonora está construida minuciosamente. Por momentos mezcla sonidos reales con sonidos propios del mundo generado por Pennywise, haciendo que el espectador se meta de lleno en la subjetividad de cada uno de los personajes, compartiendo el temor y sintiendo el peligro. Mínimo una nominación al Oscar tiene asegurada.

El último gran punto a destacar, además de la impecable dupla Arte-Fotografía, son las actuaciones. Cada uno de los chicos tiene una personalidad perfectamente definida, y sus registros individuales muestran sutilezas que no son habituales en las actuaciones infantiles que estamos acostumbrados a ver.

El (único) punto flojo... es el payaso. Este nuevo Pennywise genera un enorme "meh!". Cuesta despegarse de aquel de Tim Curry por su peso nostálgico (obviamente, si lo viste de chico y te dio mucho miedo, es muy poco probable que con el paso de los años hagas las paces. Yo vi E.T. de chica y me dio tanto miedo que no la pude volver a ver) y por su excelente interpretación; esa mirada era diabólica. Como el Pennywise de Bill Skarsgård es medio virola, no te intimida. Lo que sí genera rechazo es el constante caer de baba de su boca, pero no alcanza para aparecer en tus pesadillas.

VEREDICTO: 8 - ¿CUÁNDO SALE LA 2?

Un payaso flojo no logra arruinar una fiesta cinematográfica en todo su esplendor: buen ritmo, buen guión, actuaciones impecables y la mano maestra de Muschietti articulando todos los recursos para lograr climas realmente angustiantes y perturbadores.