Tras su elogiada ópera prima Mamá, el director argentino consiguió un inmenso éxito comercial (y un sólido segundo paso artístico) con la esperada transposición de la célebre novela ochentista de Stephen King. La historia del siniestro payaso Pennywise que aterroriza a un grupo de siete chicos -queribles perdedores- en el pueblo de Derry sintoniza a la perfección con la generación Stranger Things, pero sin por eso atenuar las dosis de gore y perversión del relato original.
El del argentino Andy (Andrés, bah) Muschietti es el sueño del pibe. Formado en la FUC, autor de un corto futbolero rodado en el barrio de La Boca (Nostalgia en la mesa 8) que formó parte de Historias Breves III (1999), filmó luego otro corto, Mamá (2008), que llamó la atención de Hollywood y, sobre todo, de Guillermo del Toro, quien ofició de “padrino” y coproductor de su ampliación al largometraje con el mismo título. Tras el éxito de ese film de terror de 2013 con Jessica Chastain y Nikolaj Coster-Waldau, a Muschietti le llovieron los proyectos. Se lo vinculó, por ejemplo, con Shadow of the Colossus, pero cuando Cary Fukunaga (True Detective) abandonó la realización de It, Muschietti asumió la dirección. La historia reciente es más conocida: rodada con un presupuesto de 35 millones de dólares, esta nueva versión del best seller de Stephen King va camino de transformarse en la gran sorpresa comercial de 2017 y en una de las películas de este género más taquilleras de todos los tiempos. Además, será responsable también de la segunda parte, que se convertirá sin dudas en uno de los proyectos más esperados de los próximos años.
Más allá de que los fans del original literario de King y los cultores de la miniserie de más de tres horas estrenada en 1990 (It: El payaso asesino), con Tim Curry en el papel de Pennywise que ahora interpreta Bill Skarsgård, harán el típico juego de las diferencias, la transposición modelo 2017 (el protagonista reaparece según la leyenda cada 27 años así que este estreno calza a la perfección) resulta bastante eficaz en casi todos los terrenos.
No era sencillo el desafío para Muschietti en su segundo largometraje. Stephen King es uno de los escritores más admirados del mundo y de su mente surgieron no sólo notables novelas y guiones sino también transposiciones a cargo de directores como Brian De Palma (Carrie), Stanley Kubrick (El resplandor), George A. Romero (Creepshow: El festín del terror), John Carpenter (Christine), Rob Reiner (Cuenta conmigo y Misery), David Cronenberg (La zona muerta), Frank Darabont (Sueños de libertad) y un largo etcétera.
Lo cierto es que, más allá de que por momentos los 135 minutos resultan excesivos y de cierto uso ampuloso, subrayado y efectista de la música, Muschietti se consolida como un sólido narrador (cierta estilización propia de su formación en el universo del cine publicitario no interfiere con la construcción de tensión y climas ominosos) y como un inspirado director de actores.
Si en Mamá ya había una presencia infantil, la carga dramática era sostenida sobre todo por Chastain. En It, en cambio, la narración ya es decididamente coral con los chicos como protagonistas absolutos en la línea de Stranger Things (hasta repite un actor como Finn Wolfhard), que es lo mismo que decir en el espíritu de Cuenta conmigo. Las conexiones con otros relatos de King también se pueden apreciar, por ejemplo, en el tema omnipresente del bullying que remite a Carrie.
Con su recreación de la estética ochentista (la acción arranca en octubre de 1988) y de la dinámica pueblerina, y con la tan mentada diversidad políticamente correcta (entre los siete chicos protagonistas hay un negro víctima del racismo, un judío de familia represiva, una chica rebelde atacada por la violencia machista, un obeso que sufre discriminación, etc.), It no escatima momentos de gore ni de perversión (no hay un solo adulto medianamente normal y varios son directamente abusivos hacia los menores) que obligaron a una calificación “R” en los Estados Unidos y Apta para mayores de 16 años en Argentina, lo que limita la presencia en las salas de menores de la edad (alrededor de 13) de esos queribles “perdedores” que son los personajes principales.
La mencionada violencia en el ámbito escolar, la desaparición de chicos, los traumas y pesadillas infantiles, la pérdida de la inocencia y el despertar sexual en pleno verano, los sórdidos sótanos, las leyendas urbanas en Derry, Maine, las casonas siniestras que guardan secretos centenarios, los bosques y las alcantarillas, el SIDA, las canciones de The Cult, The Cure y sobre todo los juegos con New Kids on the Block, y las referencias a películas como Arma mortal 2, Pesadilla 5 o el Batman de Tim Burton conforman el universo de It, que tiene como principal malvado al siniestro payaso Pennywise que Skarsgård construye con algunas reminiscencias del Guasón (Joker) de Heath Ledger.
Podrá argumentarse con razón que a Muschietti todavía le queda un largo camino por recorrer (y mejorar), que It no es del todo convincente como, digamos, El conjuro, pero está a años luz de la catarata de subproductos de terror que llegan cada semana a la cartelera argentina. El realizador argentino se suma, así, al gran momento que están disfrutando los directores latinoamericanos ligados al cine fantástico encabezados por el patriarca Guillermo del Toro y que tiene como otro valioso exponente al uruguayo Fede Alvarez (Posesión infernal, No respires). Bienvenida sea esta tendencia y que se sigan abriendo otras puertas.