La obra de Stephen King está construida, en buena medida, alrededor de la dicotomía más vieja de todas: el Bien contra el Mal. En la mayoría de sus historias hay un elemento intrínsecamente malvado que es derrotado (o no) por un agente del Bien. Lo que Stephen King logra y lo que lo hace genial es cómo construye, alrededor de esa dicotomía, una historia con personajes. Mi papá me dijo una vez que las premisas de muchas de las novelas de King son completamente ridículas pero que, cuando funcionan, son brillantes (el riesgo está en que esas premisas ridículas, cuando no funcionan, se convierten en libros ridículos). Ejemplos: en Cell, una señal transmitida a través de teléfonos celulares convierte a las personas en salvajes. En 11/22/63, un hombre viaja al pasado para evitar que maten a Kennedy. En Christine, un auto cobra vida y mata gente.
It es, quizás, la novela paradigmática, no solo de Stephen King, sino de la literatura americana del siglo XX. En It están, en su máxima expresión, los dos elementos que caracterizan al autor: el terror y los personajes. El gran mérito de la novela es lograr que la lucha entre el Bien y el Mal exista en sí misma pero que, además, sea funcional al desarrollo de los personajes que encarnan esa lucha. La novela es aterradora, pero me parece que definirla como una novela “de terror” le un da énfasis a un aspecto de la novela que termina dejando de lado otro que es, sin dudas, igual de importante. Si me viera obligado a catalogarla de alguna manera concreta, diría que It es un coming of age de terror.
Esta introducción parece innecesaria, pero es particularmente relevante para hablar de It, la película. La película, digámoslo, no es una buena película de terror. El payaso, si bien es inquietante, no es demasiado aterrador, y excepto por un par de escenas excepcionales, la mayoría de los sustos están planteados como golpes sorpresivos, jump scares. Terror de manual: el jump scare funciona cuando es, apenas, la catársis de un estado previo de tensión que termina siendo insoportable. La expectativa del jump scare, la conciencia de que algo va a aparecer repentinamente para asustarnos, es lo que realmente aterra, pero no ese algo en sí mismo. Lo desconocido e inesperado. El suspenso. En It esto no funciona.
Ahora bien, lo dicho: la novela no es solamente una novela de terror. Es, también, una novela de aprendizaje y de crecimiento y de reencuentro con la infancia (es todo eso en serio, ¡es larguísima!). La parte de reencuentro con la infancia no la tenemos en la película (que solo adapta la parte de la historia que transcurre en la infancia de los personajes), pero todo lo demás está. Y eso sí que está bien.
Stephen King es un gran constructor de personajes, pero es, especialmente, un maestro escribiendo chicos. La película triunfa cuando deja de ser una película de terror y pasa a ser una versión extendida y más poblada de Cuenta conmigo. Los siete chicos son encantadores, están elegantemente distinguidos entre ellos y cada uno tiene una función específica para la trama, ninguno sobra.
En la primera escena, Georgie Denbrough sale de su casa en medio de una tormenta demencial ante la completa ignorancia de su madre. Mientras persigue un barquito de papel, se golpea la cabeza con una baranda. No hacía falta que habiera un payaso asesino suelto para que quede claro que Georgie Denbrough está siendo, como mínimo, imprudente. Cuando finalmente encuentra a Pennywise, una señora lo ve desde su porche, echado en el suelo, mirando hacia la alcantarilla, mientras le caen litros y litros de agua encima. La señora decide no hacer nada. Al pobre Georgie le arrancan un brazo y grita desesperado mientras el payaso asesino lo arrastra hacia las alcantarillas y la mujer jamás se da por enterada. Apenas levanta las cejas cuando cree ver un charco de sangre en medio de la lluvia.
Desde la primera escena entendemos el contexto en el que crecen los personajes: Derry es un pueblo en el que los chicos están completamente librados a su propia suerte. No hay protección de nada y los adultos solo actúan como obstáculos o amenazas.
Es cierto que, si It es tanto una historia de terror como una de crecimiento, no es un problema menor que uno de esos dos elementos no funcione, y menos lo es que esa falla venga del hecho de que el payaso titular no dé todo el miedo que debería dar. Pero la otra parte, la parte de los chicos y su desarrollo en ese terrible pueblo olvidado por Dios, está tan pero tan bien que podemos perdonar el pecado original.