Stephen King escribe muchos libros, y de esos libros se realizan infinidad de adaptaciones. La poca cantidad de versiones cinematográficas que logran culminar en grandes películas termina confirmando que adaptar la obra de King no es tarea fácil. Si a eso le sumamos que la novela de “IT” es un relato de más de mil páginas que recorre un terror milenario con saltos constantes entre tiempos y realidades… la cosa difícilmente pinte bien. Pero parece que el dúo de hermanos argentinos Andrés y Bárbara Muschietti (director y productora respectivamente) lograron dar en la tecla.
Un grupo de perdedores se ven asediados por una criatura aterradora que ataca su pueblo desde tiempos inmemoriales. Muy poco se irá descubriendo sobre el ente en cuestión mientras que los niños del pueblo continúan desapareciendo. Nuestros protagonistas la van a pasar mal durante toda la película. En un film de terror corriente y mediocre, a lo máximo que puede aspirar uno es a pasarla bien mientras los personajes sufren. Pero este no es el caso de las cintas que entienden el hecho de que el peligro asusta y emociona de mayor manera cuando uno se relaciona positivamente con los personajes. Aunque sea en un nivel inconsciente, si los personajes logran conectarse con nosotros y nos terminan cayendo bien, el riesgo en sus vidas va a afectarnos mucho más. Y todo el elenco de El Club de Los Perdedores se hace querer. Cuando los personajes están charlando tranquilamente sin preocuparse por payasos y terrores, el film resulta ser un agradable relato sobre la juventud. No tenerle miedo a saber elegir los momentos en los cuales desarrollar sus personajes y en los que poner su vida en riesgo, es uno de los mayores logros de “IT”.
En cuanto al guion, hay muchas pequeñas grandes decisiones en varios frentes. Afortunadamente están fortalecidas por una buena banda sonora y un montaje que logra llevar la historia a un ritmo entretenido y (cuando hace falta) poner la tensión al máximo. Los sustos fáciles escasean, dándole prioridad a la tensión y al terror lento en el que los sustos fuertes vienen como una culminación: en fin, terror en serio.
Y aunque pasemos toda la película con el grupo de entrañables niños, es Pennywise quien se lleva todas las miradas. Esta encarnación del payaso maldito resulta especialmente efectiva gracias a una excelente producción, con un vestuario casi del medioevo y un maquillaje que queda a mitad de camino entre simpático y aterrador. Las distintas transformaciones por las que pasa también se alternan entre trucos de cámara, efectos por computadora (poco evidentes y bien utilizados) y por supuesto el talento de un Bill Skarsgaard que encarnó el personaje con total valentía. “IT” asusta desde la voz, pasando por la mirada, su cara y gestos hasta terminar en varios movimientos que dejarán la mente poco tranquila.
Extremadamente destacable resulta también la labor de arte (vendiendo de gran manera el pueblo, los ochentas y los personajes), y principalmente el trabajo de fotografía. Hay movimientos de cámara y elecciones de encuadre que realmente hacen a la película, escenas y secuencias que serían mucho menos efectivas y significativas si no fuese por la personalidad y foco que logra darle Andy Muschietti desde la silla de director. La producción y el nivel técnico de la cinta están en un gran nivel, aún para los estándares Hollywoodenses, y es la visión del director lo que termina de hacer de éste un film extremadamente destacable.
“IT” es posiblemente la película de terror más exitosa en la historia del cine (los números hasta el momento y las proyecciones a corto y mediano plazo lo avalan), y fue dirigida y producida por argentinos. Afortunadamente hace las cosas lo bastante bien como para que no tengamos miedo a ser imparciales, y nos guardemos los temores para cuando se apagan las luces de la sala.