STRANGER IT
Se puede explicar el éxito rotundo de It (Eso) con relativa facilidad, entendiendo el lugar que esta historia ocupa en el imaginario de toda una generación cuya infancia transcurrió en los 80, la década que estableció a los grupos de preadolescentes como protagonistas de grandes aventuras. No es la voluminosa novela de Stephen King la que quedó grabada en el inconsciente colectivo, sino la adaptación de 1990 dirigida por Tommy Lee Wallace, con Tim Curry como el payaso Pennywise, la que se recuerda con fervor, la famosa miniserie luego editada como película para video. Era una de esas salvaciones para quienes teníamos cierta fijación con pasar horas en los videoclubes eligiendo sin encontrar nada.
Hay que decirlo, aquella versión no ha envejecido de la mejor manera, le falta oscuridad y violencia, y aunque logra con recursos limitados escenas de terror icónicas (inolvidable la escena inicial con el barco de papel, o la escena de las duchas, o a Ben viendo cómo su padre que murió en la guerra se transforma en Pennywise), también tiene momentos irreconciliables para el gusto promedio del espectador ( la insalvable araña berreta del final), con lo cual esta nueva adaptación de la novela que llega de la mano de Andrés Muschietti arriba en el momento justo. Un momento donde las personas de entre 30 y 40 estamos ávidos de (además de consumir cantidades ridículas de sobrevalorada cerveza artesanal) revivir las emociones audiovisuales de nuestra infancia, cosa que se puede probar fácilmente si vemos otro éxito rotundo como es Stranger Things, la serie de Netflix sobre las aventuras fantásticas de un grupo de niños en los 80.
Es que It (Eso) es en gran parte Stranger Things, o al menos comparte esa mirada autoconsciente y moderna sobre los 80. Claro que Muschietti tiene la habilidad de captar aquello que le faltaba a la adaptación de Wallace: es más oscura cuando debe serlo, actualiza y mejora las secuencias de terror, y a medida que los personajes se encuentran con Pennywise, aumenta la tensión y la intensidad.
El director dosifica con maestría el terror, la aventura y el humor: el grupo de chicos es encantador, con casi todos los personajes bien establecidos. Probablemente lo único que falla es ese mecanismo de la trama, que también estaba en la película de Wallace, que consiste en mostrarnos uno a uno, el primer encuentro de cada uno de los protagonistas con Pennywise, algo que detiene el ritmo de la película y la alarga innecesariamente. Una vez que esquivamos este bache, la historia fluye a puro ritmo e intensidad.
El tema fundamental aquí es nuevamente la amistad como refugio. Todos los niños en IT están oprimidos por sus familias, por la sociedad retrógrada de Derry (machista y racista, las piedras fundacionales de buena parte de la sociedad norteamericana), por el brabucón del pueblo y por el monstruo que de alguna manera es la sublimación de todo lo anterior. Los protagonistas encuentran en el grupo de amigos el único espacio positivo, pero, por supuesto, no saldrán ilesos de la batalla por sobrevivir a tanta hostilidad, pero eso lo veremos convenientemente en la ya anunciada secuela.
Por último, lo que se consolida aquí es el nombre de Muschietti como director con talento para el cine de terror mainstream, quien, luego de Mamá, mejora en casi todos los rubros. Podemos agregarlo al podio de este oficio cada vez más olvidado junto a James Wan y a Fede Alvarez.