Entretiene y horroriza
Lograda adaptación del director argentino Andy Muschietti de la novela de Stephen King, con un payaso que se nutre de temores infantiles.
A lo escalofriante que es el libro de Stephen King, el director argentino Andy Muschietti (Mamá) le ha adosado una idea de la infancia como el final de la inocencia. It (Eso) trata sobre el adiós a muchas cosas queridas que se viven en esa etapa de la vida. Del descubrimiento de la maldad, cuando se la vive en carne propia, se aprende que lo que nos rodea no es un cuento de hadas. It (Eso) es una película de niños…. Para adultos.
Fanático de King desde temprana edad, cuando leía sus libros en su casa en Acassuso, a la hora de adaptar It, Muschietti, por lo pronto, tomó dos decisiones. Una, no hay adultos que relaten en flashbacks sus encuentros de niños con Pennywise, el payaso maldito, como en el original -la secuela que planea es precisamente retomar a los niños, pero 36 años después-. La otra, trasladó la acción de los años ’50 a los ’80, por varios motivos. Uno, porque él tenía la edad de los chicos más o menos en esa década, y además porque secretamente confiaba en que vendría una segunda parte y así poder contarla en tiempo presente.
La película comienza con la desaparición de Georgie, arrastrado a una alcantarilla por Pennywise (Bill Skarsgård), cuando allí cae el barquito de papel que le construyó su hermano Bill. Lo que sigue es cómo ese grupejo de siete amiguitos se enfrenta al despiadado monstruo, venciendo -o no- sus propios temores.
Pennywise se nutre, usa los miedos de los chicos para cambiar de forma y alimentarse de ellos. Lee las mentes de los niños. ¿Puede haber algo más aterrador que eso?
Pero Pennywise no es un Freddy Krueger, el personaje de Pesadilla en lo profundo de la noche que, caramba, apareció dos años antes que la publicación de It. No se apodera de sus sueños y los convierte en pesadilla. Pennywise es una pesadilla.
Las formas aniñadas de manifestarse, aunque sea un horrible monstruo, lo hacen parecer menos hostil que el que ofrecía Tim Curry en la miniserie de 1990. Pero es una apariencia, porque It (Eso) es tremenda como película de horror, aunque en algún momento se torne despareja.
Es allí donde entra a jugar más el Cuenta conmigo, la unión de los chicos ante las discrepancias frente a la maldad “real” -el maltrato de los adolescentes con ellos; los abusos o destratos de los padres- y no la fantasiosa.
El compañerismo, el primer amor, el andar en bici por las calles del pueblo (Derry, cuando no en el condado de Maine) son más que apuntes en un filme que entretiene y horroriza, y que tiene mucha más aristas que todas esas porquerías de películas gore que nos venden como cine de terror y que no son más que bodrios, rejuntes y bazofias.