Pequeño gran hombre
Este filme es una relectura antojadiza del cuento de hadas “Jack y las habichuelas mágicas”, de autor anónimo y popular, a veces mal atribuido al gran escritor danés del siglo XIX, Hans Christian Andersen
La primera gran modificación del texto original es la edad del protagonista, de ser un niño que desobedece a la madre pasa a ser un joven en edad de empezar a construir su propia historia, léase, en edad de merecer, entiéndase de enamorarse no sólo a primera vista.
Todo esto para poder organizarla como una película a pura accion, de aventuras, romántica, fantástica, todos los géneros están entrecruzados, pero también por su estructura bien armada, lo que arroja un buen resultado.
La segunda modificación es que no hay sólo un ogro ciclope con un gran tesoro al que robar, sino que la preponderancia del texto esta imbuido de otras significaciones, la amistad, el honor y la inteligencia como valores supremos, el esfuerzo, el coraje, el amor, secundándolos.
La historia se centra en una antigua leyenda, casi mítica, de un reino sin ubicación ni espacial ni temporal, sólo que ahora es en nuestro mundo, y de la existencia de gigantes que fueron expulsados de esta tierra y enviados a otro lugar sin posibilidad de retorno.
En este reino donde Jack (Nicholas Hoult) es un joven peón que encuentra unas habas mágicas, una de las cuales extravía y al mojarse crece rápidamente llegando hasta el cielo. Paralelamente Isabelle (Eleanor Tomlimson), la hija del rey, es toda una princesa en edad de desobedecer antes que de casarse, menos aún cuando no quiere al candidato que intenta imponerle, razón por la que se escapa escalando esa planta interminable.
El rey manda en su rescate a un grupo de sus más fieles súbditos, incluido el prometido de la princesa, Roderick (Stanley Tucci), y Elmont (Ewan McGregor) su capitán de confianza. Con ellos irá Jack, nuestro héroe en el sentido más amplio del termino, y al mismo tiempo más estricto, es el personaje actancial, el que hace, siempre movido por razones altruistas, al que las diferencias de edad no lo subsumen, ni las diferencias de tamaño lo amedrentan, como demandan los textos de aventuras.
No todo sale como está previsto y los gigantes, liberados en la Tierra por primera vez en siglos, trataran de conquista la tierra de la que ellos se creen dueños pues supuestamente alguna vez les perteneció.
Lo más eficaz del filme es el modo en que encara el relato su director Bryan Singer, el mismo de “Los sospechosos de siempre” (1995), ya que pone todo su saber en como mantener vivo el interés del espectador, no sólo desde el discurrir de las imágenes sino de la forma que presenta y construye el relato y los personajes, sus dobleces, y su desarrollo.
Para eso cuenta con la inestimable colaboración de Christopher Mcquarrie, quien también colaboró en la mencionada “Los sospechosos de siempre”, como coguionista con Darren Lamke y Dan Studney, a lo que se suman las muy buenas actuaciones de los protagonistas y sus secundarios, ya mencionados, como así también el irreconocible Billy Nighy como el gigante General Fallon, el líder de sus pares, o el muy buen actor Ian MacShane en el papel del rey.
Sin olvidarnos de mencionar el diseño de producción, una superproducción donde cada elemento que la conforma esta justificado, con una muy buena dirección de arte, el vestuario en particular, especialmente la puesta en escena, pero los laureles se los lleva el montaje, sobre todo en las escenas de acción, o más específicamente de la batalla final, donde todo hace notar estar al servicio del relato.
Un filme que entretendrá a los más chicos, pues no olvida que su origen es un cuento de hadas; atrapara a los jóvenes, pues la heroicidad juvenil, la intrepidez, la desobediencia bien entendida y el amor puro siempre prenden; hará que los grandes tengan añoranzas, cada anciano que encuentre sus razones, posiblemente ya estén plasmadas en esta nota.