Sí, Jack y las habichuelas mágicas que crecen a alta velocidad y llegan muy arriba, donde hay un ogro gigante. O muchos gigantes con modos peores que los de los ogros, como en este caso. Las adaptaciones de este relato tradicional inglés no han sido muy valoradas en general por el público adulto, que suele tener cierta reticencia frente a él. Por ejemplo, las versiones de Blancanieves atraen a más espectadores que las de las habichuelas. Mientras las recientes Blancanieves ( Espejito, espejito y Blancanieves y el cazador ) cosecharon espectadores e incluso nominaciones al Oscar, el estreno de esta nueva película basada en (pero no atada a) J ack y las habichuelas estuvo bastante lejos de ser un éxito en Estados Unidos. Una verdadera injusticia, porque Jack, el cazagigantes es una gran aventura con sabor clásico y un corazón enorme.
Los primeros minutos son los de la puesta en imágenes de la lectura del cuento a un niño pobre y a una niña princesa (por montaje paralelo en sentido estricto, comparativo). Y esos minutos espantan, y no porque den miedo: las imágenes que vemos de los gigantes enemigos de los humanos son feas y digitalmente precarias. Pero eso pasa rápidamente, y después de los títulos esta película ya no tendrá de esa clase de imágenes perezosas. Dada la sabiduría narrativa que exhibe el film, incluso podría pensarse que ese comienzo fue para decir: "Miren qué fea se podía hacer esta historia, pero a partir de ahora asistirán a la magia, a la fantasía, al poder del cine de aventuras".
La película de Singer ( Los sospech osos de siempre, X-Men, El aprendiz y otras) tiene una visión clara del género, de las resonancias de lo que se cuenta, de las implicancias de las determinaciones de los personajes. Y ofrece un relato de aventuras que, con efectos especiales menos perfectos (aunque la percepción de la perfección de los efectos siempre está atada a la época), podríamos haber visto en salas más grandes, más lindas, más singulares, en la década del ochenta. Los temas que importan están: la camaradería, las pruebas por las que debe pasar el héroe, el sacrificio, la valentía que proviene de ser consciente del peligro, la astucia, el amor. Singer sabe que se necesitan villanos interesantes. Los gigantes son feos, sucios y malos. Y amenazantes y crueles. Y hacen temblar el piso. Entre los humanos, el más malo es Roderick (Stanley Tucci). Tucci es un actor cuya presencia mejora inmediatamente las películas. Y Tucci es uno de los varios grandes nombres del elenco, que incluye a Ewan McGregor en un papel de una nobleza resplandeciente. Jack (no un niño sino un joven) es Nicholas Hoult, el de Mi novio es un zombie y el que fue el nene de Un gran chico, con Hugh Grant, del que afortunadamente ha heredado algunos gestos. Pero más allá de estos y otros actores, lo que convierte a Jack, el cazagigantes en una película de aventuras cabal, placentera y asombrosa es el convencimiento de Singer (y sus guionistas, entre los que está Christopher McQuarrie) de que en los ataques, las batallas y los peligros lo que importa no es el efecto en sí mismo sino su subordinación al montaje y a la puesta en escena. Y a la sabiduría clásica de confiar en la emoción de la aventura cinematográfica, esa que descuella en el asalto al castillo, pero que está por todos lados en Jack, el cazagigantes.