Tras el fiasco de la primera película el director Lawrence Fowler regresa para intentar convencernos que Jack in the Box puede ser un nuevo ícono de terror. El resultado es otra producción fallida que presenta un argumento aburrido donde los contenidos de horror y suspenso brillan por su ausencia.
En esta oportunidad el realizador optó por encarar el relato a través del thriller psicológico con un conflicto monótono que tiene como protagonistas a una madre autoritaria y su vástago inútil.
Ante la falta de personajes interesantes se suma el hecho que el muñeco otra vez resulta un objeto decorativo que sólo tiene un diseño atractivo. Su desempeño dentro de la trama es decepcionante y las matanzas que genera siempre ocurren fuera de cámara. Fowler no presenta ningún rasgo de originalidad a la hora de trabajar los trillados sustos forzados y por ese motivo completar el visionado de este film se vuelve una tarea agónica.
Creo que Jack in the Box hubiera funcionado mejor si el director encaraba la propuesta en la línea de las comedias bizarras de Charles Band, como la franquicias Puppet Master o Demonic Toys, donde los personajes se abordan desde el absurdo.
El mismo problema lo tuvieron las entregas de Annabelle. Salvo que el guión tenga la calidad de Magic (a cargo del maestro William Goldman), que encima contaba con un reparto liderado por Anthony Hopkins, Ann-Margret y Burgess Meredith, es muy difícil que estos personajes funciones dentro del terror serio. Menos si los realizadores tampoco hacen un esfuerzo por presentar el concepto de un modo atractivo. En fin, otro bodrio para el olvido que se puede evadir sin problemas.