Jack en la caja maldita 2: el despertar

Crítica de Rodrigo Seijas - Funcinema

UN DRAMA DE HORROR SIN EMOCIONES

Si ya el esquema narrativo que había mostrado la primera parte de Jack en la caja maldita era un compendio de esquematismos y estereotipos rancios, esta nueva entrega, por más que posee una mayor ambición narrativa y temática, está lejos de alcanzar una mejora sustancial. Por más que Jack en la caja maldita 2: el despertar pretende insertar un telón de fondo dramático para darle mayor consistencia al relato de horror, el nivel de ejecución desde el guión y la puesta en escena nunca se eleva por encima de la mediocridad.

El film de Lawrence Fowler se centra en una acaudalada mujer con una enfermedad terminal, a quien su devoto hijo le trae una misteriosa caja sorpresa. Sin embargo, la mujer sabe qué hay dentro de esa caja: un payaso que es en verdad una entidad diabólica con la capacidad. Claro que, a cambio, ese demonio reclama que les provean seis víctimas. Será entonces tarea del hijo encargarse de que distintas personas sean atraídas hasta la mansión donde viven y que nadie pueda escapar, aunque esa misión sea tan dificultosa en su ejecución como tortuosa en sus implicancias éticas y morales.

Las intenciones de Fowler pronto quedan claras: delinear un drama materno-filial, con sesgos incluso edípicos, que potencie la historia de horror, que está prácticamente circunscripta a ese único espacio que es la mansión. Y no está mal como objetivo, porque a priori podría haber permitido que los espectadores conecten con protagonistas que son, a su vez, los villanos de la historia; y que a la vez se construyan atmósferas relacionadas con el encierro y lo claustrofóbico. Pero una cosa son las intenciones y otra, muy distinta, los logros concretos: a Fowler se le nota, también muy rápidamente, que no tiene la habilidad para llevar a cabo una puesta en escena que una fluidamente todos los factores previamente mencionados.

De ahí que Jack en la caja maldita 2: el despertar no funcione en ninguna de sus vertientes. Por el lado del drama, prácticamente todos los diálogos están repletos de remarcaciones, redundancias en las explicaciones e impostaciones para indicar que ese lazo entre madre e hijo es tan enfermizo como trágico. Por otro, todo lo referido al terror es entre previsible y aburrido, en buena medida porque Fowler ni siquiera sabe sacarle provecho a las pocas ideas buenas que tiene: por caso, el uso del fuera de campo, que podría generar suspenso y angustia, termina restando porque no se lo explota apropiadamente desde la mirada o el sonido.

Enésimo ejemplo de cine de terror de bajo presupuesto -y escasez de inventiva- que llega inexplicablemente a los cines argentinos, Jack en la caja maldita 2: el despertar es una pérdida de tiempo, una secuela no solo arbitraria y repetitiva en su estructura narrativa, sino también desde su misma concepción. Y que, casi por decantación, es incapaz de generar emociones de cualquier tipo y queda sometida a la indiferencia.