Alguien que decide ver una película sobre un juguete asesino no espera Lacan aplicado a la psicología de los personajes o ver la influencia de Tarkovski en la construcción dramática del tiempo en el plano: busca sentir un miedo atávico, disfrutar de un ritual gore, de una aceptable representación de la cercanía de la muerte. El problema con The Jack in the Box: Awakening (Jack en la Caja Maldita 2: El Despertar) no es que sólo sea un insulto intelectual, sino que también es una estafa slasher, en la que la violencia asesina permanece fuera de campo mientras intenta sostener la trama en una tensión de elementos góticos que nunca funcionan.