Jack en la caja maldita

Crítica de Martín Philippi - Funcinema

DEFICIENCIA EN LA CAJA MALDITA

Un hombre encuentra una vieja caja sorpresa de juguete la cual posee en su interior un maligno espíritu que acaba con la vida de su esposa. Mediante un salto temporal de doce años, nos enteramos que la caja fue a parar un museo, donde el recién contratado Casey Reynolds (Ethan Taylor) descubre la aterradora historia que esta esconde detrás.

Lo único genuino de Jack en la caja maldita es su prólogo, ya que anticipa a la perfección lo que se ve posteriormente en el film: una sucesiva ruptura involuntaria del raccord, atmósferas pesimamente construidas, percepción confusa de la espacialidad y un uso arbitrario del ralentí. Todo esto, presente en apenas los dos primeros minutos de metraje, se agudiza conforme el mismo avanza.

La ligereza con la que se abordan las distintas inherencias del cine de terror denotan la falta de compromiso del joven Lawrence Fowler para con el género. A la innumerable cantidad de clichés (que en caso de haber sido resueltos con astucia no significarían un problema en sí mismo) se anexa una deficiencia en la utilización del fuera de campo en varios de los asesinatos y una serie de jumpscares fallidos debido a su pobre construcción.

Pero posiblemente lo más decepcionante de Jack en la caja maldita sea su final abierto que, además de la clara falta de ideas de Fowler como cineasta, expone una triste tendencia de cierto grupo de películas actuales que prioriza la proliferación de secuelas por sobre todas las cosas.