El pistolero solitario
No recuerdo cuando vi por última vez una película tan chica protagonizada por Tom Cruise. No me refiero aquí a esos proyectos de cine de autor en los que, cada tanto, participa en algún rol secundario sino a esos títulos de acción, suspenso o aventura que protagoniza. JACK REACHER: BAJO LA MIRA es así de chiquita: un policial que, salvo por dos o tres momentos, parece filmado a fines de los ’70 o principios de los ’80. No tiene tal vez el crudo realismo de los filmes que uno más clásicamente considera como de los ’70 ni tampoco la pirotecnia audiovisual que fue haciéndose rutina en el cine de Hollywood desde mediados de los ’80. Me hace recordar a los primeros filmes de Walter Hill o a ciertos trabajos de esos cineastas sólidos pero menores que pululaban por los cines en esas épocas con, digamos, Nick Nolte de protagonista…
Se trata de un policial seco y bien narrado, con Cruise en el rol de Reacher, un ex militar sin domicilio fijo (ni auto, ni celular, ni tarjeta de crédito, casi un arquetipo del “lone gunman” americano) que es convocado por un hombre al que acaban de acusar de asesinar a cinco personas al azar. El acusado, que luego queda en coma al ser golpeado por otros presos, lo llama para ver si puede dar vuelta un caso que parece condenarlo, aunque los espectadores sabemos que no es culpable. Es que durante los primeros, silenciosos e intensos minutos del filme de Christopher McQuarrie (guionista de LOS SOSPECHOSOS DE SIEMPRE) se nos muestran esos asesinatos desde la subjetiva del tirador y podemos ver su cara, que no es la del hombre que detuvieron aunque sí sean sus huellas.
Jack-reacherReacher conoce al hombre de sus épocas de la guerra de Irak y sabe que, si bien es un fanático de las armas que puede haber cometido crímenes así, nunca dejaría tantos cabos sueltos. Algo hay detrás de eso. Y pese a que los policías quieren cerrar el caso, con la ayuda de una abogada (la muy buena actriz y bellísima Rosamund Pyke) el misterioso pero muy inteligente Reacher se lanza a investigar el caso. Que no es tan laberíntico ni complicado como lo son los “casos” de gran parte de los thrillers de los últimos tiempos sino, más bien, uno que deja en claro que su origen es un best seller de esos chiquitos y concisos que bien se pueden leer en un viaje de avión.
Sí, las cosas no son como parecen, pero uno tiene bastante en claro por dónde puede venir el asunto. Y para eso está Werner Herzog, que encarna a un mafioso de origen ruso que, con un ojo de vidrio, deja ver que es la figura más amenazante del mapa de villanos. Luego aparecerá Robert Duvall, que le aporta a la segunda mitad del filme un toque de liviandad que la primera, más seria y directa, no tiene.
jack-reacher-tom-cruiseLas escenas de acción son, también, secas y concisas: los asesinatos del principio, una pelea a golpes de puño, una persecución nocturna, un enfrentamiento de “snipers” disparándose desde muy lejos, y así. Hay tres cosas que marcan claramente la diferencia estilística entre este filme y la mayoría de los thrillers actuales: la edición es mucho menos veloz (los planos son más largos que lo habitual, inclusive en las escenas de acción), la fotografía (del veterano Caleb Deschanel) es bastante oscura y hay muy poca música incidental, algo que casi no se hace más en el cine industrial norteamericano. Son toques de estilo que, junto a una trama líneal y un tono “realista” (lo pongo entre paréntesis: me refiero a un realismo en el que nos parezca normal que un tipo con unas cuántas piñas liquide a cinco rivales a la vez), marcan una diferencia llamativa en el filme.
No se trata de una gran película, pero cumple con lo que promete, algo que se ve cada vez menos. En relación a lo que se hace hoy, es casi lo que en los viejos tiempos se llamaba una película “Clase B” o un “programmer”: las películas que se estrenaban entre otras más grandes para que hubiera algo para “programar” en los cines. Lo raro no es la existencia de un filme así, lo raro es que lo protagonice Tom Cruise y que, en el interín, no se haya vuelto algo más grande y espectacular. Tal vez a muchos espectadores una película como JACK REACHER les parezca “poca cosa”. Y tal vez, en cierto punto, lo sea. Sólo que esa “poca cosa” cuando está bien hecha, bien narrada y bien actuada se disfruta muchísimo más que muchas cosas “grandes” que nos decepcionan y fastidian.
Un último párrafo para celebrar -otra vez- la actuación de Tom Cruise, que en cada película siempre parece saber muy bien lo que tiene que hacer. Y lo hace a la perfección. Ojalá insista por este camino y se convierta, cinematográficamente al menos, en una especie de heredero de Clint Eastwood.