Para lucimiento de Tom Cruise, actor y productor
Christopher McQuarrie es más famoso como guionista que como realizador al haber ganado un Oscar por el libro cinematográfico de “Los sospechosos de siempre”. Su debut en la dirección en el 2000 tuvo poca trascendencia con el thriller “Al calor de las armas” (“The Way of the Gun”), género en el que reincide con “Jack Reacher: bajo la mira”, su segundo largometraje.
Sin la presencia de Tom Cruise, en su doble rol de actor y productor, poca sería la atención que el público debería prestar a este entretenimiento con escasos aportes en cuanto a originalidad.
El dramático inicio, en que un francotirador ultima a cinco personas que parecen elegidas al azar, remite aparentemente a un episodio reciente en un colegio de los Estados Unidos. El asesino es prontamente descubierto por la policía y su caso asignado a la abogada defensora Helen (Rosamund Pike), cuyo padre es el fiscal de distrito (Richard Jenkins, visto hace una semana en “La cabaña del terror”).
Pero la película dará un giro cuando Jack Reacher, tal el personaje de Cruise y especie de vengador justiciero y ex compañero de armas del presunto asesino, se cruce un día en el camino de la letrada que contratará sus servicios. El la irá convenciendo de que, detrás del múltiple asesinato, hay algo más que un simple caso de gatillo fácil. Y que en verdad, lo que quiere disimular el luctuoso episodio, es una conspiración con la participación de poderosas corporaciones y quizás de algún miembro de la policía y hasta del padre de Helen.
La trama irá introduciendo numerosos personajes, violentos en su mayoría, que se enfrentarán sucesivamente con Reacher al que no lograrán doblegar. La primera de estas contiendas será contra cinco malévos y la joven Sandy (Alexia Fast, en buena interpretación) que actúa como señuelo. Aún más intenso será el enfrentamiento con un trío de bandidos que rivalizan en cuanto a torpeza. Pero las palmas se las llevará una persecución con autos donde participarán, además de Cruise, numerosos policías y dos delincuentes en otro vehículo. Pese a lo espectacular de las tomas hay mucho de “déjà vu” e incluso en algún momento cuando nuestro héroe se ve obligado a circular en sentido opuesto al tráfico, la forma en que lo va eludiendo suena a falsa o demasiado “preparada”.
Hacia el final el director logra levantar un poco la puntería al darles más protagonismo a dos personajes relevantes. Por un lado está Robert Duvall quien maneja un polígono de tiro y que apoyará al solitario justiciero. Por el otro Zec, un malvado europeo en otra excelente interpretación, nada menos que del veterano y habitual director de cine Werner Herzog. Todos confluirán en una cantera abandonada en plena lluvia y con numerosos disparos. El previsible final sin embargo tendrá un epílogo que por respeto al potencial espectador no será revelado pero que no aportará nada demasiado novedoso a este aceptable entretenimiento pensado para lucimiento casi exclusivo de su estrella central.