Decepcionante segunda entrega de la saga basada en novelas de Lee Child.
En 2012, Tom Cruise inició con Jack Reacher una nueva franquicia, en este caso basada en la larga saga de novelas sobre el personaje creado por Lee Child. Esa primera entrega que tomó One Shot como punto de partida fue escrita y dirigida por Christopher McQuarrie con notables resultados. Lamentablemente, no podemos decir lo mismo de Jack Reacher: Sin regreso. Es que la transposición del libro Never Go Back carece de buena parte de esa impronta distintiva que el realizador/guionista y el astro habían conseguido.
Esta segunda película luce poco inspirada, demasiado mecánica. Sí, Cruise -a sus 54 años- le da un mínimo de solvencia y dignidad al protagonista, pero el material -la conspiración de los contratistas que dominan al ejército, la tensión romántica con el personaje de la mayor Turner (Cobie Smulders) y la aparición de una quinceañera (Danika Yarosh) que podría ser su hija- y, sobre todo su tratamiento, son más bien convencionales.
De las oficinas de Washington a las calles de Nueva Orleans (con el inevitable pintoresquismo de una de las celebraciones como fondo de la secuencia final de acción), Jack Reacher: Sin regreso (el título parece una premonición) resulta un sub-Jason Bourne o, peor, un sub-Búsqueda implacable. Y, a esta altura, Tom no tiene por qué ser un remedo de Matt Damon ni Liam Neeson.
El realizador de Gloria, Leyenda de pasión, El último samurái y Diamante de sangre filma con piloto automático, cortando todo el tiempo para que nada se note demasiado. Y a Cruise -que suele elegir mejor los directores- no sólo se le notan las arrugas sino también cierto desgaste como héroe de acción. Esperemos que Misión: Imposible 6 (esta vez sí con McQuarrie al frente) le devuelva la frescura y la imaginación que aquí se han perdido.