PARA REGRESAR ASÍ, MEJOR QUEDATE
La instalación de un personaje para que se convierta en legendario en el cine de acción y suspenso parece una cuestión fácil para el mainstream pero cada tanto y a pesar de que las cartas sobre la mesa sean las mismas, resultan un caso fallido. Las pequeñas intros o latiguillos de las secuelas de las desventuras de John McClane en Duro de matar o el regreso a la acción en emergencia familiar del agente de élite protagonizado por Liam Neeson en Búsqueda implacable son un claro ejemplo. A veces basta un latiguillo para que el espectador cómplice se predisponga a disfrutar de lo que ya sabe que vendrá. Y es lo que promete esta secuela de Jack Reacher desde el primer trailer: una situación policial con varios heridos y el hombre que la provocó sentado en un bar esperando a las autoridades locales parece el disparador de algo intenso, de acción sorprendente e inevitable, de un desarrollo con adrenalina sin igual. Otra vez será, porque Jack Reacher: sin regreso está muy lejos de cumplir con esa premisa y de convertirse en el siguiente peldaño de una marca registrada exitosa.
Haciendo un poco de memoria, recordemos que la primera parte de esta saga nos presentaba al policía militar del nombre del título (inspirado en el personaje de las novelas de Lee Child pero sin demasiada fidelidad en sus características) que vive entre las sombras y es capaz de aparecer y desaparecer como un fantasma sin necesidad de vestirse de murciélago ni de usar gadgets especiales. Tiene habilidades tácticas destacadas y un olfato de sabueso que lo hace anticiparse a las jugadas de sus rivales y colegas. Y además le cuesta expresar sentimientos. Nada que no tenga cualquier otro héroe de acción de los que mencionaba al principio y siendo que el mismo Tom Cruise tiene a su Ethan Hunt como el legendario agente de su saga de filmes de Misión: Imposible como para intentar superarlo con otro de características más “retro”. La entrega dirigida por Christopher McQuarrie no ofrecía nada especial pero lo hacía con cierta dignidad y ritmo sostenido como thriller de acción y suspenso setentero, de esos que tranquilamente podría haber protagonizado Steve McQueen. Porque la estética se remite inequívocamente a esa década, desde los vehículos utilizados por Reacher y su vestuario, hasta la forma de presentar al film, aunque sólo quede en un look que no termina de conformar una identidad ligada a una época.
El caso de Jack Reacher: sin regreso es curioso porque la última novela en la que se basa escrita por Child data del año 2013, luego de que se estrenara la versión cinematográfica y ya influida por la misma, lo cual, luego de ver esta entrega, no significa para nada un parámetro de calidad. Primero, por la dirección bastante soporífera de Edward Zwick que aún no ha superado esa gran película que fue El último samurái (también con Cruise); segundo, por el guión convencional, predecible y carente de sorpresas de Richard Wenk (al que debemos agradecer esa revitalización de Los indestructibles en su segunda entrega); y tercero, por un abanico de personajes bastante chato en el que ni los villanos ni los compañeros de andanzas logran ser recordados por grandes momentos en escena. Ni la belleza de Cobie Smulder (Los Vengadores), ni la frescura de Danika Yarosh (Heroes reborn), ni la rudeza de los policías militares a los que se enfrenta pueden sacar a flote a una historia que se puede predecir en cada fotograma. Cruise entiende que el personaje no puede exhibir otro sentimiento que no sea enojo o estado de alerta y eso le quita empatía, y en una historia en la que es importante su reacción frente a la revelación de ciertos vínculos familiares, es un camino sin salida.
La acción llega tarde y tampoco es contundente: hay un par de escenas, como la de un escape de prisión o la de un tiroteo con cierta intensidad, que logran que intentemos volver a la historia y conectar, pero se demoran demasiado en aparecer y habrá más de un bostezo como devolución.
Hay muchas más novelas de Jack Reacher, pero si se decidiese insistir en llevarlas a la pantalla, sugiero pulir bien las adaptaciones para que no resulten en un “never go back” a las salas de cine.