Tom Cruise se boicotea a sí mismo
Esta segunda parte de Jack Reacher -el "sin regreso" del título local debió haber servido como advertencia- es no solamente la peor película protagonizada por Tom Cruise: es además una demostración (extrema en este caso) de que se puede hacer una pésima secuela de una excelente película original, como la Jack Reacher de 2012 dirigida por Christopher McQuarrie. Estamos aquí ante un compendio indolente de la mayoría de los defectos identificables en el cine de acción de los últimso 35 años: diálogos pedestres, personajes que son astutos o idiotas según convenga al guión, una historia muy mal cohesionada, actores secundarios sin brillo, villanos mal trazados, persecuciones sin sentido, flashbacks groseros, relaciones forzadas del protagonista con las dos mujeres que lo rodean, frases rimbombantes para tratar de dotar de intensidad a este tinglado, música que intenta rellenar todo lo que no anda por sí mismo (que es mucho). La historia vuelve sobre el solitario Reacher, que tiene que desentrañar una intriga dentro del ejército: lo persiguen y lo quieren matar, a él y a las chicas. Lo peor de todo es lo apagado que está Tom Cruise, como si se diera cuenta de que esto es un desastre indigno incluso de un estreno directo a video de 1989. Pero, considerando que como es habitual él oficia aquí también de productor, esta película quizás entre en la historia como un autoatentado artístico y un alevoso acto mercenario por parte de una estrella que estaba en la cumbre.