La primera Jack Reacher (2012), basada en las novelas de Lee Child, era un buen thriller realista con una historia no demasiado extraordinaria pero con buenos personajes y actores. Werner Herzog era villano y, por supuesto, brillaba su estrella carismática, Tom Cruise, como el solitario ex militar acusado del asesinato de cinco personas. La película no fue el gran éxito que se esperaba, sobre todo en el mercado americano. Y la posibilidad de una secuela había quedado puesta en juego.
Más allá de las especulaciones de la prensa especializada acerca de la carrera de Cruise, algo magullada por sus vaivenes personales -divorcio, ciencioloía- lo cierto es que el personaje le sentaba bien a Cruise y la expectativa con la secuela era lógica. Lo cierto es que, aunque el título de la nueva película refiere al regreso al ejército, parece un chiste sobre la necesidad de esta continuación.
En Sin Regreso las cosas suceden rápida y arbitrariamente. Reacher acaba de liquidar, a trompadas, una red de trata de indocumentados que involucra a la policía. Pero viaja a Washington para cenar con su colega de la policía militar Susan Turner. Cuando llega, Turner ha sido detenida, acusada de espionaje, después del asesinato de dos de sus soldados en Afganistán. Y, en una trama de corrupción en las entrañas del ejército, él mismo es acusado de homicidio. Otra vez. Al esquema de fuga se suma una posible hija suya, una adolescente que ahora está en peligro como anzuelo para que los villanos -gente que mata sin miramientos-lleguen al escurridizo Reacher.
Jack Reacher 2 entretiene y tiene a Cruise. Pero tanto la factura como el esquematismo, la puerilidad argumental de esta segunda parte no están a la altura de su magnetismo. Este asunto es más bien rutinario y recuerda a lo peor de sagas de venganza cruel a lo Taken. Hay escenas de tortura de los villanos a sus víctimas que empatan con Reacher exigiendo a un tipo, al que acaba de romperle brazos y piernas, que lo mire a los ojos antes de lanzarlo desde las alturas. Para el lobo solitario ahora las cosas son personales, gracias a esta hija improbable con la que genera un lazo de afecto instantáneo.
A su favor hay que reconocer que el paso de comedia familiar disfuncional que se introduce entre balaceras y moretones, con sus dos personajes femeninos al lado, genera el placer de ver a Cruise, y a las actrices, en otro registro. Y las escenas de acción en huida desesperada -se corre mucho en Jack Reacher- transmiten la seductora tensión gentileza de su estrella. Lástima que el film, dirigido por Edward Zwick, insiste en hilvanar los clichés más trillados. Incluida la secuencia de persecución por las calles de Nueva Orleans donde, justo, es carnaval.