Qué pareja de gemelos
Adam Sandler interpreta a un hombre y una mujer. Y el filme sorprende.
Happy Madison, la productora de Adam Sandler, tan efectiva en la taquilla como maltratada por la crítica, venía de un porrazo: el megafracaso de la recién editada en DVD en la Argentina Dotado para triunfar . Encima, la base del nuevo Adam Sandler, Jack y Jill , era demencial: Sandler iba a interpretar a un dúo de gemelos, Jack y Jill, hermano y hermana.
Sandler como drag queen intencionalmente mal disimulada era una idea terrorífica si se consideraba que el actor había abandonado su anarquía bobalicona a la John Waters en pos de una seriedad que reduce a estereotipo y fórmula todas sus viejas anarquías. Pero Jack y Jill sorprende: donde se esperaba un Titanic, hay un bote inflable. Tonto, sentimentaloide y, sorpresivamente, físicamente cómico.
Jack (Sandler hombre) recibe la visita de su bombástica y neoyorquina gemela Jill (Sandler vestido como la Tota), detestada por su consanguíneo, pero adorada por el resto de su familia lo que genera la forzada estadía de Jill. Lo que parece una broma sobre vestirse de mujer termina siendo eso: reírse del ridículo, potenciar su distorsión de lo sexual, flirtear con una versión castrada pero aun así presente en el mainstream de Divine, la gigante del cine camp y escatológico de John Waters.
La cita a Divine no es sólo para turismo cinéfilo: es para sintonizar Jack y Jill dentro de un tablero más acorde a sus movidas salvajes. Quizá resultado de la división salomónica de roles (Jack como el Sandler mercachifle, serio, mala onda; Jill como el Sandler criatura encantadoramente destructora) y otra razón que la alteridad, los niños comienzan a pegarse animales en su cuerpo, Johnny Depp actúa un ratito más natural que nunca, los efectos digitales (ese jet ski en caída libre) son coherentes con ese maquillaje de filme de Olmedo y Porcel.
Ni hablar del milagro que destruye los molinos sentimentales de Sandler, esos que frenan su vuelta a la demencia: Al Pacino, haciendo de sí mismo, pero superando la instancia del cameo, y convirtiéndose en un comediante furioso, desbocado, todo-lo-puede (¡hasta rapea!). Pacino logra convertirse en la brújula para mostrar que cuando Jack y Jill se pone los-hermanos-sean-unidos se equivoca de dirección.