Sandler, ya desde los tiempos de su legendario personaje Happy Gilmore, fundó su propia productora llamada a su vez, valga la redundancia, “Happy Gilmore Productions” y que, una vez más, valga la susodicha, tenía por objeto continuar haciendo indefinidamente de adolescente a los cuarenta y reivindicar una y otra vez su eterna inmadurez, dentro y fuera de la ficción...