Un 2x1 que resta más de lo que suma
El punto de partida de esta comedia es la interpretación de dos personajes a cargo del mismo actor, Adam Sandler. Pero el guión no lo ayuda, aunque sí la aparición de famosos como Johnny Depp y Al Pacino.
Los cómicos son personajes muy particulares. Si uno no conecta con ellos, es muy difícil entender o disfrutar sus películas. Desde Charles Chaplin a Jerry Lewis, los cómicos han sido siempre un tómalo o déjalo. Adam Sandler no es la excepción a la regla, es más bien la confirmación.
En Jack y Jill, el protagonista de grandes comedias como Happy Gilmore, Billy Madison y El aguador, realiza una de sus apuestas más fuertes: personificar a dos gemelos idénticos (algo científicamente imposible porque uno es hombre y otra es mujer). A esta altura de la técnica cinematográfica, esto no es un problema y las acciones fluyen sin problemas ni distracciones, aun cuando uno sepa que el personaje de Jill es Adam Sandler disfrazado.
Los problemas de la película no están en su propuesta ni en los primeros minutos del metraje, donde los chistes funcionan y los temores a presenciar una comedia bochornosa se van disipando. Pero el cielo despejado del comienzo pronto comenzará a nublarse. Tan simple como que no tienen suficientes ideas para armar un largometraje y la película entonces debe recurrir a personajes secundarios y escenas gratuitas que no aportan nada excepto minutos para llegar los noventa de rigor.
Si la película no se hunde del todo es por la cantidad de cameos de amigos del director, y el número realmente alto de cómicos que van a apareciendo a lo largo de las escenas. Mención aparte merece Al Pacino, quien hace de sí mismo en una versión disparatada y auto paródica de su condición de mito cinematográfico. Pero incluso su participación es rara. Intencionalmente o no, la propia película habla de lo bajo que caen las estrellas que se vinculan con empresas para publicitarlas, sin embargo la película lo hace. Incluso tiene un momento un poco ofensivo en cuanto al exceso de publicidad de una empresa de cruceros. En la escena final, donde Al Pacino y el personaje de Adam Sandler conversan, uno no puede terminar de darse cuenta si se refieren al mundo de la publicidad o a la propia película.
Lo cierto es que aunque el comienzo es bueno y las sorpresas y cameos (David Spade, Dana Carvey, Johnny Depp) abundan en el relato, lamentablemente más de la mitad de la película cae sin salvación en un bochorno que no lo es tanto por los chistes, como por lo poco interesante que resulta el guión.
Esta versión de Adam Sandler por dos, entonces, termina sumando mucho menos que cuando el actor solo interpreta a un personaje.