Pegame y decime Marta
Uno de los usuarios de rottentomatoes.com sintetizó a Jackass 3D (2010) con igual carga de contundencia y veracidad: "Entre más estúpidos son los trucos, más divertido es". Y de eso se trata: Jackass (serie y películas) valida al hombre como animal concebido para la gracia por la desgracia ajena.
Surgida hace diez años en la pantalla de MTV, Jackass mostraba un loop infinito de golpes, asquerosidades y truculencias pergeñadas por un grupo de amigos que de buenas a primeras ponían su idiotez (la traducción literal de Jackass es "idiota") al servicio de una cámara. Dos años después dieron el salto a la pantalla grande en Jackass: The Movie (2002) con la misma fórmula: más y más tonterías. Vilipendiada por la crítica que no entendía cómo "eso" se consideraba cine, los fanáticos estuvieron de parabienes y engrosaron la taquilla hasta los 80 millones de dólares.
La industria norteamericana poco sabe de pruritos morales cuando los números cierran, y menos de un lustro después el estudio Paramount y MTV motorizaron una continuación. Tanto o más extrema y escatológica que la primera parte -no por nada hay un cameo de John Waters, fanático confeso de la serie-, obtuvo otra vez pésimos comentarios que sin embargo no alcanzaron para mellar su éxito y recaudó algunos millones más que su predecora. Sin aire desde hace un par de años, con sus integrantes tratando de forjarse una entidad autonómica (quien mejor recorre esta senda es Johnny Knoxville, líder de la trouppe y protagonista de Hombres de Negro II, Adictos al sexo y El farsante, entre otras), los muchachos decidieron juntarse para celebrar la primer década de vida y rodaron la tercera parte de Jackass. Para el colmo de la horda de declamadores, ahora validan sus pruebas con la tecnologia 3D.
Si la crítica de arte es quizá el género periodístico más cargado de subjetividad e imposible de limitarlo al estricto formato de la crónica, resulta prácticamente imposible ensayar un abordaje evaluativo de Jackass 3D sin que éste quede apresado dentro del gusto personal del cronista. Como la serie, la nueva aventura de Knoxville y su séquito de masoquistas polariza opiniones entre aquellos que denigran la gratuidad de la violencia y el maltrato físico con el único fin de una diversión pura aunque para ellos inentendible; y los otros, quienes encuentran -encontramos- un placer inexplicable en la condición larval de travesura adolescente amplificada por la picardía del registro público.
En una de las decenas de pruebas que componen el metraje de Jackass 3D, Knoxville ríe a carcajada limpia y suelta una afirmación indispensable para entender la concepción de este producto. Él dice algo así como "qué feliz me hace" o "qué bien la estoy pasando". Y es que Jackass no es ni menos que una película transmisora de la alegría inocultable de quienes la conciben, adultos que plantan una resistencia al paso del tiempo no con recuerdos fútiles sino celebrando la amistad mediante las vejaciones de sus cuerpos gordos o flacos, flácidos o torneados, altos o bajos. Esa forma de hacerlo es una rara paradoja de Jackass 3D: la preponderancia del físico excede su forma, aquí no hay posibilidad de divertimento sin la aceptación plena de sus defectos y virtudes. Bien sirve el ejemplo de la escena donde un grupo de enanos ficcionaliza una pelea en un bar, con médicos y policías incluidos. Impredecible, eficaz, desprejuiciada, los méritos no sólo radican en la emanación de gracia a cada segundo sino en la autoconciencia del cuerpo de quienes participan allí, quienes optan por dinamitar prejuicios y discriminaciones simplemente riéndose de ellas.
Vómitos, pintura, culos, patadas, piñas, lanchas, agua, bicicletas, skaters, víboras, toros, motos, sudor, excremento y hasta una subjetiva de un pene mientras orina. Todo fluido corporal, todo objeto contundente, todo ser vivo bien sirve para la diversión. Jackass 3D es un manifiesto a la inclusión por sobre las diferencias, una oda a la amistad a través del paso del tiempo y las circunstancias, una monumento al espíritu lúdico de la adolescencia. Como en esa etapa, los muchachos sólo quieren divertirse.