"Cómplices del crimen"
Existe una clase de magia dentro del séptimo arte que podemos llamar complicidad, la cual es a veces un poco más fácil de ejercer y otras veces no tanto. Como dicen los que saben en otro ámbito, “la mejor ubicación en un obra de teatro es aquella lejana que no te deje ver lo irreal de la escenografía”, por eso el espectador avezado critica solamente aquello que es importante ver y trata de omitir el resto.
En el cine también existe mucho de eso, de mirar para un costado y dejar pasar la evidencia que demuestra el quiebre de ese universo ficticio que se nos presenta, con tal de seguir siendo parte de él por un tiempo más para aprovechar todo lo bueno que nos puede dar.
El fenómeno televisivo conocido como “Jackass” siempre jugó con que el público no le prestara demasiada atención a esas serias sospechas acerca de la veracidad de las supuestas cámaras sorpresas que montaban sus personajes de vez en cuando.
Por eso gran parte de ese show también consistía en mostrar, legítimamente, los niveles de imbecilidad que uno puede llegar a alcanzar mediante la influencia de un grupo de amigos bastante infantiles y otra clase de sustancias quizás.
Lo que siempre me pareció interesante de esta serie es que tenía una galería de personajes (como es el caso del Irving Zisman y PartyBoy, entre otros) que podían hacerte reír con cámaras ocultas, sin que te importara demasiado la legitimidad de las mismas, ya que mostraban situaciones increíblemente exageradas dentro de situaciones cotidianas.
Las películas de “Jackass” no me parecieron tan divertidas a excepción de la primera que ofrecía (si se quiere) la originalidad y frescura del debut cinematográfico. Las tres secuelas posteriores fueron simplemente efectos colaterales del éxito económico de la original y no mucho más.
“El abuelo sinvergüenza” también está dirigida por Jeff Tremaine (director de todos los films anteriores) y escrita por el nominado al Oscar (sí, créanlo) Spike Jonze, quien además también oficia de productor de esta película que cuenta la historia del abuelo Irving Zisman (irreconocible Johnny Knoxville) y su poco querido nieto Billy (excelente Jackson Nicoll), quienes tienen que atravesar todos los Estados Unidos en busca del padre del menor.
Copiando el esquema narrativo de “Borat” de Larry Charles (2006) y convirtiéndose a medida que avanza el relato en una versión XXX de “Little Miss Sunshine” (2006), “Jackass: El abuelo sinvergüenza” se destaca por ofrecer muchísimas dosis de humor negro, escatológico y hasta del más estúpido y sencillo (como los golpes de sus protagonistas) que se disfrutan bastante.
La clave para divertirse con esta propuesta es hacer la vista gorda a ciertas situaciones que resultan completamente inverosímiles pero que, apoyadas en el recurso de las cámaras ocultas escondidas en puntos múltiples y remotos, intentan erigirse como hechos verídicos.
Si bien ayuda bastante el hecho de ver caras completamente descolocadas y atónitas de gente común frente a situaciones extremas (la escena del velorio, el baile en el club nocturno y la fiesta de casamiento) y algunas menos drásticas (las bromas de Billy en la calle), la simple historia de un abuelo y un nieto, el formato dinámico y llamativo con el que se filmó, las actuaciones de Knoxville y Nicoll y sobre todo el repertorio de situaciones cómicas bastantes efectivas terminan siendo los verdaderos puntos altos de esta comedia que vale la pena recomendar.
Una vez que veas “Jackass: el abuelo sinvergüenza” vas a ver para siempre con otros ojos esa joyita indie llamada “Pequeña Miss Sunshine”.