Nunca fui fan de Jackass y siempre me costó entender por donde pasaba el atractivo o el elemento apasionante que tenían las tonterías que hacían un grupo de idiotas frente a las cámaras.
Sin embargo el personaje del abuelo, creado por Johnny Knoxville, me pareció gracioso y lo enganché en varios sketches divertidos.
La nueva película de Jackass es una propuesta diferente y más light si se la compara con las cosas que se vieron en los filmes anteriores.
La particularidad de esta producción es que narra una historia de ficción que se construyó con bromas de cámaras ocultas.
Un recurso interesante que no recuerdo haber visto en otro film y acá funciona principalmente por los trabajos de Knoxville y Jackson Nicoll, el niño que interpreta al nieto del abuelo Zisman que es excelente y tiene momentos brillantes.
En materia de humor la película es bastante irregular.
Tiene sus momentos graciosos, algunos que no funciona tan bien, y otros que son completamente desopilantes y logran sacarte una carcajada.
Tampoco falta el humor escatológico y obsceno que curiosamente fue reducido drásticamente si se compara este film con las otras de producciones de Jackass para el cine.
Cerca del final la escena que transcurre es uno de esos nefastos concursos de bellezas infantiles que son populares en Estados Unidos es completamente zarpada y delirante y califica como uno de los grandes momentos humorísticos del film.
El tema con la historia del abuelo sinvergüenza es que cuesta bastante comprar la idea que las cámaras ocultas fueron reales.
En algunos casos puede ser que haya sido así, pero en la mayoría se notan que están armadas por las expresiones y reacciones de las personas que intervienen en esas situaciones.
Creo que los que jamás se engancharon con Jackass no van a cambiar de opinión con esta película pero para los seguidores es una propuesta distinta dentro de esta serie que tiene sus momentos entretenidos.