El 22 de septiembre de 1963 asesinaron al presidente Kennedy y el mundo contemplo anonadado lo que ocurrió. Ese día y los tres posteriores son los que toma la película de Pablo Larrain con una ficción que si bien toma datos concretos de la realidad, intenta recrear la intimidad de la joven viuda del presidente. Una mujer sola, destrozada pero con una conciencia única de la imagen, que la llevo a demorar cambiarse su traje manchado de sangre y la que se empeño en conservar el legado del presidente que solo estuvo en el poder durante dos años. Exigió la misma pompa y circunstancia que tuvo nada menos que Abraham Lincoln. Una mujer al borde del abismo pero con una misión, frágil como una hoja al viento y dura como el hielo. Un gran trabajo de Natalie Portman acompañada por Peter Sarsgaard y Greta Gerwing, que recreó con talento esa dualidad y ese cuidado extremo por conservar los mitos a costa de verdades. Un film distinto del director chileno que deja de lado su habitual ironía, su imaginación y se apega a mostrar los manejos del poder ante una tragedia y como se maneja una mujer que se sintió reina y perdió a su marido y a su corona.