Es un documental realizado por Peter Jackson, dedicado a su abuelo que peleó en la sangrienta Primera Guerra Mundial, que recrea como fueron los enfrentamientos bélicos durante la contienda. Para eso partió de los registros fílmicos, solo hacía 20 años que se había inventado el cinematógrafo, con registro de los soldados descansando, comiendo, bromeando, con los archivos del Museo Imperial de Guerra británico, y de la BBC, pero con una intervención de todos esos materiales que resulta prodigiosa. Revitalizó y coloreó imágenes, realizó un proceso de construcción de la pista de audio, incluyó efectos de sonido y diálogos. Realizó lo conocido como found footage, reelaboro el material preexiste para crear realmente algo nuevo. Son cien minutos de proyección, con audios de más de cien voces de veteranos contando lo que vivieron, registradas en los años 60, más fotografías de cómo quedaban los campos de batalla sembrados de cadáveres destrozados. El resultado de pasar de esta reconstrucción es potente y necesaria, un alegato en contra de la guerra, el horror de la muerte contada en millones de bajas, tanta vida joven cercenada para siempre, el desprecio por los sobrevivientes, una guerra que no se repetirá en los mismos términos, esa táctica de las trincheras y bayonetas, que quedara en el olvido de la mano de horrores mayores en la segunda gran contienda y en luchas hasta nuestros días. Pero enfrentarse a los resultados de tanta locura humana nunca está de más.