El director de Criaturas celestiales, El señor de los anillos y El Hobbit incursiona en el documental con este fascinante acercamiento a la Primera Guerra Mundial estrenado originalmente en el centenario del cierre de aquel sangriento conflicto bélico (11 de noviembre de 1918). Aunque es, en esencia, un trabajo de no ficción, el realizador neozelandés y su equipo de Weta Digital concretaron un trabajo técnico extraordinario que lo convierte en algo con muy escasos antecedentes (podría decirse sin exageración que único).
A partir de 600 horas de archivo en su mayor parte inédito provisto por el Imperial War Museum de Gran Bretaña, Jackson construyó un relato en el que la mayoría de las imágenes han sido coloreadas, pasadas de 13 a 24 cuadros por segundo, trabajadas con sofisticados efectos digitales y finalmente convertidas en un film en 3D (lamentablemente al reciente BAFICI y a los cines comerciales argentinos solo llegó la versión 2D).
Los puristas del clasicismo podrán cuestionar la iniciativa, pero el resultado visual es magnífico. Nunca la Gran Guerra se vio así, en toda su dimensión trágica. Y ese entramado formal que muestra las penurias en las trincheras, los campos de batalla y los ríos de heridos y muertes por los efectos de las ametralladoras y el gas mostaza está acompañado por testimonios de primera mano tomados por la BBC entre decenas y decenas de soldados (algunos de apenas 14 años en aquel entonces). La historia oral y las nuevas tecnologías unidas para un documental deslumbrante y aterrador a la vez. Un acontecimiento cinéfilo.