Material de valor histórico imprescindible, un testimonio tan indispensable como vivo
A cien años del armisticio que puso fin administrativo a la Primera Guerra Mundial, muchos fueron los eventos alrededor del mundo que dieron cuenta del aniversario. A esta altura se podría pensar que no queda país en el planeta que no tenga una historia humana relacionada con ese absurdo enfrentamiento iniciado en 1914. Todos esos eventos han sido memorables y lo mismo ocurre en el plano cinematográfico con el estreno de “Jamás llegarán a viejos” de la mano de Peter Jackson.
“Estábamos sentados con un equipo alemán. Habíamos terminado de jugar un partido y nos acomodamos uno y uno. Un inglés, un alemán, un inglés, un alemán, y así. De repente alguien entra y grita ‘hoy estamos en guerra con Alemania’. Nos miramos todos y no entendíamos nada. De modo que decidimos que para nosotros la guerra empezaba mañana y seguimos con la reunión.”
Esta es una de las tantas voces en off que escucharemos a lo largo de poco más de 100 minutos. Ya el hecho de pensar que al día siguiente esta gente se volvía a sus casas para prepararse y estar dispuestos a matarse mutuamente, plantea lo ridículo de cualquier guerra y también la doble sensación que gira en torno a esta pieza: escuchar testimonios vivos y anónimos que le ponen sonido a los cientos de metraje fílmico de archivo que, ordenado como está, le da hasta una cualidad fantasmal sobre el horror.
Lo que el espectador va a ver es casi una cronología narrada del comienzo del enfrentamiento y de cómo este impactó en la sociedad inglesa (todas las voces son de ingleses. y es desde ese punto de vista donde el relato se planta). Escuchamos a ex combatientes (y un par de actores como Tim Bentinck y Kevin Howarth que leen testimonios escritos) hablar de cómo fue el alistamiento, la preparación, el viaje, los enfrentamientos, el recrudecimiento, el espanto y, por supuesto, la finalización del conflicto y el regreso sin gloria a casa.
El director de la saga de “El señor de los anillos” logra un relato de notable factura que mantiene constantemente al espectador prendido a la progresión del mismo, por fuerza de empatía con esos hombres que hablan, pero a la vez hay algo fantasmal que sobrevuela el ambiente de la sala. Podría decirse que este estreno, si bien es documental, tiene varias pinceladas de otros géneros porque hay comedia, hay drama y también terror (gore incluido). La sensación de que esas voces anónimas convertidas en el eco de esos miles y miles de soldados que vemos en las imágenes de archivos no solamente rinden un homenaje, también se convierten en una cruda e incuestionable advertencia. En este sentido,
Por el lado técnico, cuestión no menor en la filmografía del neozelandés, es prodigioso el trabajo de reconstrucción, sonorización, y hasta de agregado de color. Peter Jackson ordena el material para darle un andar histórico que además se vuelve narración cinematográfica pura, es decir (y aquí el gran mérito), “Jamás llegarán a viejos” podría verse sólo con música. e incluso muda, y aun así tiene introducción, desarrollo, nudo y desenlace. El tratamiento digital del material fílmico es tan preciso y minucioso que por momentos pareciera haber sido registrado con el mismo camarógrafo usando la misma cámara y el mismo rollo de película.
Más allá de la unilateralidad del relato, el texto que sale de esas voces dan cuenta tanto de la subestimación de la época por lo que significaba un patrioterismo de brío juvenil e irresponsable, como de las consecuencias históricas y sociales posteriores. Un material de un valor histórico inapreciable, un testimonio tan indispensable como vivo.