Cuando a Orson Welles le dijeron que su película Citizen Kane podría ser coloreada, la respuesta del realizador fue “Saquen sus malditas crayolas de mi película”. También están los eruditos que dicen que en la versión coloreada de La Noche de los Muertos Vivos el auto que se ve al inicio pudo no haber sido rojo.
Pero el hecho concreto (y acá sobran los eruditos que se ponen de acuerdo) es que la coloración artificial es innecesaria para un material que se sostiene perfectamente en blanco y negro.
Jamás Llegarán a Viejos, si bien es un documental en contraposición a los ejemplos de ficción arriba mencionados, tiene una justificación para recurrir a esta técnica y sin embargo no es eso por lo que llama la atención.
Memorias de las Trincheras
En Jamás Llegarán a Viejos la intención de colorear un material blanco y negro está en convocar una identificación del espectador con los protagonistas de aquel conflicto que fue la Primera Guerra Mundial. De haber mostrado el metraje tal cual es, el blanco y negro habría respondido sin dudas a una realidad, pero a una que parece un universo ajeno para un espectador moderno, o por lo menos uno no muy habituado a ver películas ByN.
Lo vívido del color de la piel, la misma que podrían llegar a tener los espectadores. Los escenarios que se ven pueden ser los mismos que alguna vez caminaron. La coloración tiene acá una justificación dramática inclusive. El deseo de mostrar, por obvio que pueda sonar, que aquellos soldados eran gente no muy diferente al espectador que está en la butaca.
Sin embargo, no es esta proeza técnica por lo que destaca Jamás Llegarán a Viejos. Lo que le da su valor al filme es el testimonio que acompaña a las imágenes, realizado por los soldados que estuvieron en el conflicto. Es este detalle lo que le da vida a la película y no otra cosa. No iba a bastar un texto escrito por ellos pero narrado por actores famosos. La congoja, la risa y la ironía se sienten en el tono de la voz de quienes hablan. Es esa naturalidad, esa sinceridad, ese deseo sincero de remover cualquier heroísmo exagerado el que los hace a ellos más apropiados que cualquier intérprete de renombre relatando. Haber incurrido en esto, sumado al montaje prácticamente sencillo de las imágenes, habrían sentir al espectador estafado por más detalle que haya tenido la restauración.
Afortunadamente, ese no es el camino que eligió tomar Jackson.
Si hay una contra por señalarle a la película es que aunque plantea un principio y un final claramente definidos, su desarrollo es bastante difuso; se conforma con ser un racconto de eventos. Jackson acierta al evocar la humanidad a través de las voces del conflicto, pero su tino no es tan preciso en cuanto al flujo narrativo del filme como un todo.