14 años después de su primera aparición, vuelve jason Bourne con Matt Damon dirigido por Paul Greengrass.
En un año donde los estudios empiezan a replantearse la eficacia de los reboots, las secuelas y las remakes, se estrena Jason Bourne, una película que busca revivir la saga original basada en los libros de Robert Ludlum y que, tal como está pasando con muchos de estos productos, no llega a la altura de sus predecesores.
Jason Bourne está perdido, peleando por plata en un alejado rincón del mundo sin demasiado en que pensar. Alejado de todo su pasado en la CIA, recorre largas distancias solo para batirse en duelos de lucha libre y así continuar purgando la culpa que lo carcome. En una de esas peleas, mientras su espíritu luchador parece estar abandonándolo, ve a Nicky, con quien comparte el hecho de ser un paria de la CIA. Y es gracias a la información que ella le va a dar, que se embarca en una nueva aventura tratando de desenmarañar los recuerdos de su pasado que aún siguen torturándolo.
El film parte de una premisa complicada, que es la necesidad de estar a la altura de sus predecesoras que marcaron un punto de quiebre en el cine de acción actual, no solo por lo complejo y efectivo de sus argumentos, sino por el preciso delineado de este personaje enigmático que, arrepentido de su accionar, trata de redimirse.
En esta nueva entrega, en la cual resulta muy obvia la ausencia creativa de Ludlum, Bourne es transformado por el director en un espía que sabe pelear muy bien pero que a diferencia del protagonista de la saga original, ahora es más un personaje ayudado por la suerte que un estratega capaz de desafiar a los cerebros mejor entrenados del servicio secreto americano.
Las escenas de acción por otro lado son realmente impactantes. Las persecuciones en las calles, las multitudes en Atenas que aumentan exponencialmente el caos de la huida, los autos, calles y túneles de la ciudad, generan un ritmo vertiginoso que no va a decepcionar a los amantes del género.
Matt Damon conoce a la perfección a su personaje, y su actuación así lo refleja. El resto del elenco que cuenta con Tommy Lee Jones, Alicia Vikander y Julia Stiles hace su trabajo a la altura de la situación, con la excepción de Vincent Cassel que lejos de componer un personaje profundo como estamos acostumbrados, se transforma en un malvado prefabricado que no termina siendo muy creíble.
Jason Bourne es una buena película de acción, plagada de escenas que mantienen al espectador en vilo y expectante, pero que no deja de generar un sabor un tanto amargo al recordar lo pulido del guion y la dirección de la trilogía original, que en cada entrega se fue superando a sí misma.