BOURNE SIEMPRE CUMPLE
Jason Bourne se ha convertido en uno de los héroes de acción más populares de los últimos quince años. Aunque el personaje ya había sido adaptado del libro a la pantalla (pantalla chica, con Richard Chamberlain interpretando a Jason Bourne) fue Matt Damon en el 2002 quien le dio un rostro definitivo y una identidad de cómo personaje. El sobriamente versátil actor se convirtió en un intérprete más que aceptable como héroe de acción y las secuelas fueron mejorando poco a poco esta franquicia que aporta todo lo que otros agentes secretos no terminaban de conseguir. Tanto Bourne como Ethan Hunt (Tom Cruise) de Misión: Imposible han logrado mejorar, renovar y darle nivel cinematográfico al siempre presente pero siempre mediocre James Bond.
En esta cuarta entrega con Matt Damon (un manto de piedad por El legado Bourne, donde no estaba el personaje) y tercera dirigida por paul Greengrass. Esa acción trepidante, violenta, sin solemnidad pero sin chistes, con algo de artes marciales, como grandes momentos por ciudades de todo el mundo es lo que uno espera de esta nueva entrega. Espionaje, suspenso, vueltas de tuerca. Todo lo que uno espera, está. Tal vez no sea un paso más allá, como había ocurrido con cada entrega anterior, pero aun así el resultado es muy bueno. Filmar una sólida película de acción sin fisuras no es sencillo y cada escena de Jason Bourne vale la pena. Una vez más, el personaje cumple y Matt Damon se luce en su estilo. Es decir, Damon se luce sin llamar la atención sobre su actuación. Solo va y hace lo que debe hacer, como su personaje, como la película.