Jauja es una película festivalera, es decir, un film que deambula de festival en festival aspirando premios y donde el público realmente no importa.
Para quien escribe estas palabras, ese tipo de cine es repudiable por (pretencioso y mal logrado) elitismo y esnobismo. Y en esta situación se agrava aún más porque Lisandro Alonso, el director, declaró que no le importa que la película no se entienda ni lo que quiso decir porque él disfrutó haciéndola.
Y ahí está la cuestión y el mayor problema de Jauja: es inentendible y un bodrio de proporciones épicas.
Si uno no lee la sinopsis ni si quiera tiene idea donde situarla en tiempo y espacio, amén del tercer acto donde ocurre un suceso que quiebra el eje y pasa de un género a otro (de época dramática a cine fantástico).
El único motivo por el cual esta película se estrena es por Viggo Mortensen, por su carisma y confeso, apabullante y sincero amor hacia Argentina. Porque sino jamás de los jamases un film así podría tener cabida en la cartelera local.
Para ser justos, también es verdad que hay un sector del público y de la crítica que disfruta este tipo de propuestas ya sea porque le encuentra un significado artístico dentro de una nube de humo o por querer pretender saber de cine o mejor dicho de cierto tipo de cine: un cine clasista.
Ahora bien, en lo referente a los elementos cinematográficos del film solo se puede destacar la actuación de Mortenssen porque ante el peor rol de su carrera sale airoso.
Luego es todo chato. La fotografía (planos, angulaciones y encuadres) están a la altura de un fotógrafo de cumpleaños de quince berreta donde ni siquiera se aprovecha el escenario natural porque se opaca adrede el color con una pretensión dramática que ni por milagro se alcanza.
Amén de filmarla en 4:3 en lugar de 16:9. Totalmente inentendible, cuyo solo justificativo es querer llamar la atención por “distinto”.
La música es tan inexistente como el guión: inconexo, arbitrario, delirante sin sentido y desalmado.
Jauja es una de las peores películas que vi en mi vida donde tuve que hacer grandes esfuerzos para no dormirme ni levantarme de la butaca (algo que jamás haría porque es mi trabajo) cuya única explicación del por qué me topé con ella es su protagonista, a quien me hubiese gustado decirle (y aquí me hago cargo de mi cobardía porque lo tuve a centímetros) que no agarre cualquier papel solo por filmar y estrenar en Argentina. De todos modos, creo que él ya lo sabe.