Una película extraña pero muy interesante que mezcla nada menos que la infancia y preadolescencia de la futura doncella de Orleans con la música heavy metal y la poesía de los textos de “El misterio de la caridad de Juana de Arco” del poeta Charles Peguy que los escribió en l910. Con el ritmo y las guitarras desgarradas de Gautier Serré (conocido como Igorrr) bellísimos e intensos, una coreografía simple de Phillipe Decouflé, y con la participación de cantantes amateurs, no demasiado geniales que incluye niños y un personaje bufonesco que se expresa a través del rap. Con escenarios naturales sin ninguna referencia específica, aparecen santos que levitan, dos monjas mellizas y los amigos, familiares o indigentes que se acercan a esa protagonista desafiante, piadosa y preocupada por el destino de Francia. El director Bruno Dumont asegura que para él “lo artístico prevalece sobre lo religioso y que el verdadero poder de lo religioso reside en la poesía”. Y asegura y demuestra que su camino en el filme es paralelo a la psicología y el naturalismo. El resultado es sorprendente, con un clima muy intenso, con momentos de humor naif que nunca traiciona la esencia de la historia, pero sin ser en ningún momento irreverente. Le escapa a la moral y se mete sin miedo en lo absurdo, lo mágico y en la atracción de un resultado que hay que ver. Abrir la cabeza y recibir lo bello, seductor, atractivo de esta propuesta.