La tercera no es la vencida
La parte tres de esta saga de terror, es una cinta muy pobre a años luz de la calidad y originalidad de la primera entrega
Antes de volver a invernar por 23 años, el Creeper está de regreso para alimentarse de los jóvenes de un pueblo rutero. Un grupo de hombres armados intentará impedirlo.
La primera entrega de Jeepers Creepers fue una bocanada de aire fresco dentro del género. Presentaba una road movie de clima inquietante, dos personajes empáticos (Gina Philips y Justin Long los hermanos acosados por el demonio) y sobre todo un monstruo terrorífico, original e inolvidable.
La secuela bajó varios puntos con respecto a la iniciadora de la saga. Ya no tenía la atmósfera opresiva y el manejo de la tensión, y sin embargo se reservaba algunos momentos inolvidables (como aquella climática escena de los espantapájaros). Esta tercera parte parece una caricatura de sus predecesoras, un producto destinado a la pantalla chica, hecho a las apuradas, con un guión muy elemental y sin una pizca de horror genuino.
La trama se desarrolla entre la primera y la segunda parte, pero ese no es el mayor problema, es un recurso válido, el inconveniente mayor es que el director Victor Salva, deshace toda la mística construida en aquellos filmes. El bajo presupuesto, además, se hace notar en el vestuario y maquillaje de la criatura (que aquí se muestra demasiado), que ya no luce tan amenazante como antaño (y además casi todas las secuencias transcurren a la luz del sol, perjudicando la tensión y mellando la sensación de peligro). Y como si fuera poco, el exceso de efectos digitales, le quita el encanto de la "serie B" clásica, aquella que se valía de FX manuales. El CGI no hace más que atentar contra la credibilidad de las escenas sangrientas.
El camión del Creeper, un vehículo terrorífico y amenazante, aquí ha mutado en una especie de Batimóvil del horror, plagado de gadgets y trampas mortales, quitándole sordidez y misterio.
Quizás los fanáticos de la serie disfruten al reencontrarse con este demonio sediento de sangre, pero, a juzgar por los resultados artísticos, al bueno del Creeper no le vendría nada mal desaparecer de las pantallas por unos 23 años más.