NI FU NI FA
Ojalá hubiese habido dos sin tres...
Jeepers Creepers (2001) y su secuela se estrenaron con apenas dos años de diferencia. La primera pegó muy fuerte, especialmente si consideramos las pocas pretensiones y niveles de producción que tenía, y aunque Jeepers Creepers 2 (2003) resultó ser totalmente indeseable, podría haber nacido una saga de culto si continuaban con la racha de secuelas. “Jeepers Creepers: The Cathedral”, título con el que se rumoró a la tercera parte por muchos años, estuvo en boca de los fans por largo tiempo hasta que la emoción se apagó. Ahora, catorce años después, llega la tercera película, en un momento en que nadie la pidió. ¿Será que nos sorprende, como esas películas de las que no esperamos nada y nos dan todo? Lamentablemente no, la cosa viene más oxidada de lo que esperábamos.
Situada entre los sucesos de las primeras dos entregas, Jeepers Creepers 3 (2017) toma lugar en el último día de matanza del monstruo asesino que solo ataca una vez cada 23 años durante 23 días. La película avanza a medida que el Creeper se mueve buscando nuevas víctimas y, en paralelo, tenemos la historia de quienes quieren cazarlo –una brigada de policías liderados por Dan Tashtego, un sheriff que parece saber todo sobre la entidad a quien se enfrentan–, y de un par de jóvenes que zafaron y escapan para que no los mate.
Hay varios problemas en Jeepers Creepers 3 y el principal de ellos es lo unidimensional que son sus personajes. En Jeepers Creepers 2 ya habíamos aprendido que con el monstruo solo no alcanza. Es cierto que el Creeper tiene un trasfondo atractivo y modos de matar divertidos, pero la primera película no sería lo que es sin el personaje de Trish Jenner (Gina Philips), una final girl que rompe varios estereotipos y se carga la película al hombro, codo a codo con el bicho. En la nueva película, todos los personajes son una mera anécdota, sin historia ni personalidad, con los que no llegamos nunca a empatizar porque no llegamos a saber nada de ellos. Y tampoco cumplen el rol de ser buena carne de cañón porque nadie muere de manera precisamente original.
En el elenco destaca Meg Foster (They Live), pero el personaje que le dan, Gaylen, la madre de una de las víctimas de la primera película, no es justo para la actriz y se queda sin propósito cuando la película da un giro que directamente le toma el pelo al espectador. En pocas palabras, gran parte de la película gira en torno a un objeto perdido que permite acceder al secreto del Creeper. Gaylen es quien lo encuentra y hasta consigue que el sheriff Tashtego tome contacto con él. Ambos terminan sabiendo cuál es el secreto del asesino y la razón de por qué mata cada 23 años. ¿Se piensan que lo comparten con el espectador? Adivinaron… No. Nos lo dejan picando y la película pasa a “otra cosa mariposa” como si nada.
Cuando el misterio se desinfla a razón de nada, lo que nos queda es un tercer acto flaco, con acción banal, que no sabe abrazar siquiera la originalidad y lo bizarro del cine de clase B. Hay mucha ametralladora, persecución en auto y explosiones mal animadas –que confiesan los terribles efectos de CGI. No hay momentos de terror, los tonos cómicos dejan gusto a nada y la inventiva para crear muertes inquietantes y situaciones tensas se la dejaron en casa. Todo lo que tiene para dar Jeepers Creepers 3 ya lo vimos, no solo en otras películas, sino también dentro de la misma saga.
Queda la puerta abierta para una cuarta entrega cuando la película cierra con un cameo de Gina Philips. ¿Volverá Trish Jenner a cargarse al Creeper de una vez y por todas? Si lo hace, tal vez sea mejor que suceda sin Victor Salva, creador, guionista y director de la saga. Además de ser un exconvicto degenerado, ya ni siquiera sabe hacer películas.