Jeepers Creepers: La reencarnación del demonio

Crítica de Maximiliano Curcio - Revista Cultural Siete Artes

A comienzos de los 2000, un nuevo emblema del cine de terror nacía, apadrinado por el todopoderoso Francis Ford Coppola. Protagonizada por un novel elenco, una sombra de polémica se cernía sobre aspectos extra cinematográficos: su director, Victor Salva, se convertía en el foco de la controversia al ser condenado por delitos sexuales. Dos décadas después, este producto redituable en taquilla, pero absoluta decepción para los más fieles fans del género confirma el mal más temido: los guiños baratos suelen tropezar con la misma piedra; a la hora de revivir antiguos mitos, siempre se puede hacerlo peor. El resbalón es caída y el film luce obsoleto y trillado a más no poder. Estereotipos por doquier desperdician todo tipo de buenas intenciones. “Jeepers Creepers: Reborn” puede entenderse como un perfecto manual para aniquilar una franquicia. A cada instante, la historia que a nuestros ojos se desarrolla se vuelve una mera burla. Artificiosa y carente de todo tipo de cuidados en labores de producción, este slasher estandarizado y realizado con un mínimo de presupuesto ya quisiera tocarle los talones a reboots de la talla de “Scream” y “Candyman”, emergentes títulos del último año. Nimios intereses artísticos vertebran este mayúsculo insulto al cine de terror. Derruidas nuestras expectativas, incluso de disfrutar de una propuesta afín al estilo serie B, nos preguntamos quién diablos financia esta clase de descalabros. Prescindible, hace lucir a la última entrega de “Halloween” como una modesta obra de arte. Si cada veintitrés años, el monstruo se alimentará durante veintitrés días…es válido pensar que la condena perdurará en cada incauto espectador. Observamos la decadencia de uno de los monstruos más temibles del cine de terror del nuevo milenio. Huecos argumentales jamás subsanados, ridículos artilugios visuales, inexistentes indicios de verosimilitud y una fijación por borrar con el codo lo escrito con la mano por las tres anteriores entregan constituyen un auténtico atentado al buen gusto. Aberrante, no hay forma de detener este sangrado.