En la esquina bajo la luz de un farol
Sensible y evocativo relato en el que el director, a sus ochenta y cuatro años, anima desde un musical de Broadway una historia que se reconoce en el espejo del cine de Martin Scorsese. Un entrañable relato que abre intimidades y confidencias.
Si por un instante recordamos uno de los más sublimes melodramas de los años 90, Los puentes de Madison, en el que el propio actor y director llegó a desorientar a cierta platea deseosa de seguir viéndolo en spaghetti-westerns o en aquel rol del impiadoso Harry, el sucio, puede acontecer que llegue a nuestros oídos el tema de amor, Doe Eyes, compuesto por el mismo Mr. Eastwood. Y si seguimos de cerca su filmografía, podemos observar que gran parte de sus obras llevan su nombre en lo que hace a la banda sonora, tales como Río místico, J.Edgar, entre otras.
En esta apreciación sobre este aspecto de su profesión, de este guionista, realizador, que siempre nos sorprende por la variedad de temáticas, debemos subrayar el hecho de que Clint Eastwood, al igual que numerosos directores, ya en su perfil de veteranos, miran al género musical; género hoy un tanto devaluado, no aceptado por el gran público, considerado siempre un exponente de años idos. Y por lo tanto fuera del campo de interés de las jóvenes audiencias. Todo ello, a contramarcha de que en nuestro tiempo numerosas escuelas de comedias musicales funcionan a pleno.
Ya en la década del '90, Woody Allen con Todos dicen te quiero y el siempre recordado Alain Resnais dieron a conocer dos antológicos films tales como lo son Yo conozco la canción y En la boca no, estrenadas en 1997 y en el 2003 respectivamente. Y ambos, con estos films, saludaron al género musical en la pantalla grande. Esto sin olvidar la presencia de títulos como Chicago y Nine, ambas de Rob Marshall, la exultante y alocada Mamma Mía de Philipa Lloyd y últimamente Los Miserables, nominada en numerosos rubros al premio Oscar, con la galardonada Anne Hathaway, junto a Hugh Jackman y Russell Crowe.
En numerosos films de Clint Eastwood la música es la gran invitada. Pensemos, entonces, en su film de 1988, Bird en el que el actor Forrest Whitaker, a quien hemos visto últimamente en El mayordomo de Lee Daniels, compone a Charlie "Bird" Parker, saxofonista; no ya desde una concepción biográfica tradicional, sino desde una mirada nocturna, atravesada por el alcohol, signada por la soledad, que se ubican en el espacio de su creación poética. E igualmente, Mr. Eastwood hace cinco años presentó para la televisión, en carácter de productor ejecutivo, un film sobre el compositor Johnny Mercer, autor de la mayor parte de las melodías que se escuchan en su film del 98, Medianoche en el jardín del bien y del mal. No podemos dejar de mencionar aquí, producido por Martin Scorsese, en el 2003, su obra Piano Blues, un film?ensayo en el que el director mantiene conversaciones, alternadas con imágenes de archivo, con Dave Brubeck, Ray Charles, Fats Domino, entre otros.
En carácter de director de películas, tras haber iniciado su trayectoria como actor a mediados de los '50 en films de ficción-científica, policiales y westerns de la mano de Jack Arnold, Sergio Leone, Don Siegel, su primer film, Obsesión mortal (Play Misty for me) nos permite ver al mismo Mr. Eastwood en el rol de un conductor de programa radial, disc-jockey, que poco a poco, a partir de varias llamadas, se verá envuelto en una riesgosa trama que ha urdido una de sus habituales oyentes. El tema central del film , Misty, compuesto por Errol Garner funciona como un formidable leit motiv de este hipnótico thriller en el que se escucha por primera vez uno de los grandes hits de aquellos primeros años de los '70, The first time ever I saw your face, compuesto e interpretado por su admirada Roberta Flack.
Y ahora motivado por aquella canción que Mr. Eastwood tiene entre sus favoritas, No puedo quitar mis ojos de ti, del '67, compuesta por Bob Crewe y Bob Gaudio, dada a conocer en la voz Frankie Valli y su The Four Seasons nos llega este tan recomendable film, que se basa en un musical de Broadway; que sin ser comedia musical escenifica momentos de igual manera y que nos permite un recorrido marcado por situaciones de dramatismo y de un cierto suspense.
Presente en el film, desde estos personajes a quienes vamos siguiendo en su ascenso, tras varias desdichas, la huella de los personajes ítalo-norteamericanos, sus claroscuros, de los films de Martin Scorsese. Grupo de amigos que se juegan en el límite, que apuestan a su música "cuando todo iba desapareciendo", que van asomando en la zona de una romántica nocturnidad de algunos de sus más recordados films. Melancolía por los años idos ?el mismo Frankie Valli asesoró a Mr. Eastwood, a sus ochenta años?, en un entrañable relato que desde la misma voz en off y desde la mirada a cámara, la apelación al espectador, permiten que la intimidad y la confidencia queden suspendidas bajo la recortada luz de un farol.