Gracias por la música
Hace muchos años que Clint Eastwood, el director de Jersey Boys, es llamado el último de los clásicos. Hace décadas que él mismo es uno de los grandes gigantes de la historia del cine mundial. Y ahí está, vigente, vital y octogenario filmando películas tan variadas como bellas, explorando sus obsesiones y sus temas una y otra vez, siempre en el más clásico e irreprochable de los envases cinematográficos. Jersey Boys está basado en un exitoso musical de Broadway que también se ha representado en otras grandes capitales del mundo. La historia es la de Frankie Valli and The Four Seasons. No es la primera vez que Clint Eastwood realiza un biopic sobre músicos. En 1988 había logrado su primer golpe fuerte de prestigio en Cannes cuando dirigió Bird, la biografía cinematográfica de Charlie Parker protagonizada por Forrest Whitaker. Eastwood, también músico, dirigió varios documentales centrados en músicos. Acá realiza un ejercicio de maestría narrativa impresionante, al lograr no solo la combinación de varios puntos de vista y la inclusión de un alto números de canciones, sino el hacer que un musical no sea, en el sentido estricto, un musical. Eastwood toma una historia nostálgica, cercana a la época de su propio comienzo como artista, y sin volverla deprimente la dota de una mirada amarga y desencantada. Al optimismo de las canciones y su alegría, le contrapone los duros golpes de la vida que Frankie Valli debe enfrentar. Sin irse encima de los golpes bajos y sin entregarse a la auto indulgencia, Clint Eastwood logra hacer de esta película una obra absolutamente personal. La película es una reflexión sobre el arte y esa forma de perfección negada en la vida que se suele presentar cuando, por ejemplo, cuatro personas cantan juntas. Otros temas que obsesión profundamente al director, como el legado y los hijos, forman parte fundamental de la trama. Como remate, hay que decir que sin caer en golpes bajos ni sensiblerías, la película se vuelve, escena tras escena, cada vez más emocionante. Ni hablar de las canciones, claro o de la enorme presencia de Christopher Walken. Es una alegría enorme presenciar una narración tan perfecta, sin duda, más aun cuando esta clase de belleza hoy es completamente olvidado por casi la totalidad de los cineastas en actividad. Lo que me hace acordar al final de Manhattan, un joven Woody Allen enumeraba las razones por las cuales la vida valía la pena. Sinatra, Louis Armstrong, Cezanne, Groucho Marx, entre otras personas u obras de arte significativas. Cuando tengo que describir el placer que me produce Jersey Boys lo primero que viene a mi mente es que las películas de Clint Eastwood son una de las mejores razones por las cuales vale la pena la vida y el cine.