BAFICI 2016: de noches, viajes y búsquedas. Esta película dirigida por Giralt (una de las dos que presentó en el BAFICI, la otra –Primavera– formó parte de la Competencia Argentina) es lo más parecido a una fantasía gay: dos jóvenes glamorosamente informales e incomprendidos viven juntos una serie de experiencias vitales (viajes, sexo, confesiones, contemplación de la naturaleza), sin mayores preocupaciones ni necesidad de trabajar (les van apareciendo oportunidades de comida y alojamiento de la nada). No faltan la madre frívola, ni una amiga trans cuya casa enmarcada de flores parece salida de un cuento, ni un simpático amigo de rulos que durante algún tramo comparte la intimidad de la pareja en cuestión. Hay referencias cinéfilas (James Dean, Pasolini, Van Sant) exhibidas con poco disimulo, diálogos y monólogos de cursilería casi paródica, erotismo soft y actuaciones desparejas. Es evidente la capacidad de Giralt para componer buenos encuadres y encontrar locaciones adecuadas, pero su road movie -innecesariamente dividida en capítulos- no excede el posible atractivo que puede deparar una serie de postales ingenuamente transgresoras. La redime, en parte, su buena música.