El cine del género de terror ataca de nuevo, y por millonésima vez no se les cae una idea original, pero a fuerza de verdad hay que otorgarle el beneficio de un principio premonitorio.
El problema es que luego rápidamente deja de sostenerse, digamos no aguanta ni diez minutos, el tiempo en que comienzan a aparecer los fantasmas, o mejor expresado, las imágenes fantasmales.
Digamos que le creo todo, que compro el verosímil y permito me siga contando; le creo que tras el accidente en el que viajaba con su pareja, partes del cráneo del pobre desgraciado estaban incrustados en la garganta de ella, mientras ella quedo vivita y casi coleando.
Le creo a ese padre que hace exactamente 26 años abandono a esa hija, tras la muerte de su esposa, muy poco tiempo después del parto, vaya a hacerse cargo de una hemipléjica temporaria, que no podrá caminar vaya uno a saber por cuanto tiempo; digamos que le creo que en el año 2014, o sea 26 años después de su nacimiento, la habitación de quien fuera su madre está intacta y pulcra.
Digamos que le creo que en Louisiana se haya instalado una subcultura haitiana sobre vudú y otras yerbas de manera tal que todos la conocieran, hasta los blancos anglosajones.
También le creo que luego de 26 años ella encuentre cassettes vhs grabados por su madre, sabiendo que le queda poco tiempo de vida. El padre se opone a que Jessy los vea, y digamos que en el país de la compra compulsiva y el tirar lo que está en desuso, el padre conserve una videocasetera casi impecable, que funciona a la perfección.
Que la aparición de un ex novio, ahora casado con otra y todavía enamorado de ella, es oportuna; que la trama pase, antes de instalarse en el género de terror, por una construcción melodramática, para luego convertirse en algo del orden de lo detectivesco, sin olvidarse del componente romántico, ya instalado
Todo eso se lo puedo creer, hasta el punto que ella se de cuenta qué es lo que desean los fantasmas.
Lo que no le puedo creer, que rompe con todos los parámetros de una realidad que va construyendo, es que semejante mujer, Jessy, se meta en la bañera con la ropa puesta. ¡Too Much!
Resumiendo, “Jessabelle” representa exactamente esa ya tradicional impresión /desengaño de las producciones de terror que empiezan bien, presentando a un personaje de lo más interesante, extremadamente sensual, bien interpretado, pero que poco a poco se va diluyendo tanto el texto como la performance, que queda fagocitada por el mal desarrollo del relato, que no deja de ser progresivo pero termina siendo vacuo.
De la misma manera que se va perdiendo la capacidad que mostró en los primeros minutos de atrapar la atención del espectador con armas leales, para convertirse en un filme que nada entrega, salvo que se viene la segunda, y no es que sea un genio en el análisis cinematográfico, la película cierra anunciándolo.