Al encontrarme con Jessabelle, mis ánimos venían bien predispuestos. Su director es Kevin Greutert, notable editor de la saga Saw y director de una de sus mejores secuelas, Saw VI, así como también de la deplorable Saw: The Final Chapter, que dirigió bajo contrato de hierro para que no escapase hacia la competencia y filmara Paranormal Activity 2. En retrospectiva, el salto hubiese ayudado a ambas sagas... Otro aliciente era la presencia de Sarah Snook, que brilla en Predestination, aunque su estreno comercial es posterior al thriller sobrenatural que nos compete. El ambiente y los temas que toca la película eran lo suficientemente atractivos para llamar la atención, dígase un escenario exhuberante y misterioso como los pantanos de Louisiana, el agregado del vudú y una agradable falta de sustos de cartón en pos de una atmósfera angustiante y opresiva. Lamentablemente, una vez que el misterio se deja entrever, el peso de la trama aplasta todo lo que con gran ahínco se había construído desde el comienzo.
Jesabelle no pierde tiempo en presentar a su personaje principal y su conflicto. Ahorra todos y cada uno de los noventa minutos de duración y poco a poco el guión de Robert Ben Garant va dejando un camino de migas para que la protagonista reúna y así descifre el misterio que encierra su hogar. Postrada en silla de ruedas, Jessie irá encastrando las piezas del rompecabezas en forma de videos caseros en VHS que le dejó su madre, muerta poco después de su nacimiento por un cáncer fulminante. Su padre, un alcohólico funcional, le prohibe terminantemente que los vea, motivo de peso para que la joven haga todo lo contrario.
Gracias a una gran edición y una soberbia fotografía que acentúa la lugubridad de la casa de noche y el brillo del sol durante el día, Greutert maneja los hilos de la historia con buen pulso y sin grandes aspavientos, sugiriendo más que mostrando, todo lo contrario a las explícitas secuelas de Saw. Es un gran paso para el director, pero desafortunadamente los caminos ya recorridos del horror no permiten que la película se disfrute mucho más cuando el gran giro del guión se haya revelado al espectador. Su tramo final hace recordar mucho al desenlace de The Skeleton Key, otra de terror con vudú con Kate Hudson al frente, sobre todo por la copia carbón que significa el final. Tal detalle decepciona muchísimo porque no se esforzaron en buscar algo más innovador, como si quisieran terminar la película y ya, y eso es algo que los espectadores y acérrimos del género no pasarán por alto.
No importa que la australiana Snook ilumine la pantalla con su sonrisa y sus ojos que transmiten toda emoción, lo que importa es mantener un nivel constante, y durante una gran porción de su duración, Jessabelle lo logra. Es una pena mayor que suelte el timón en su acto final y el resultado sea un film más de terror del montón. Hermosamente rodado, pero nada nuevo bajo el sol.