El susto se renueva
La saga que inició como Saw vuelve en su octava entrega para demostrar que siempre se pueden crear nuevas líneas narrativas. La vida de John Kramer (Tobin Bell) es de nunca acabar pues su ideología se incrustó en la población teniendo seguidores y fans de sus macabros juegos. Por si no lo recuerdan o se perdieron alguna de las películas anteriores, Kramer muere por un cáncer avanzado, pero el juego continúa (sí, el título en Hispanoamérica es sumamente obvio).
En este caso se recrea la historia diez años después de la muerte del mítico asesino justiciero, quien pone a prueba a juegos de vida o muerte a personas que han cometido errores muy graves o simplemente no supieron darle importancia a la vida.
Este film, -como los pasados- no te dejan respirar por un segundo, el suspenso que logran crear a través del contra-reloj de los juegos no perdió su esencia. Como así tampoco la increíble musicalización en momentos tensos.
Como era de esperarse, cuenta con giros narrativos impresionantes, esto es algo que hizo que la saga sea famosa y rompa con ciertos paradigmas. También las ingeniosas trampas mortales y formas de ganar el juego.
Con el morbo como bandera -siempre amaron destrozar cuerpos humanos-, la película de los Spierig, logra renovar esta historia que parecía finalizada. Aunque lo mejor sería terminarla de una vez porque se copia y repite constantemente de sí misma, seguramente seguirán saliendo por cuestiones rentables. En tu cara, Rápido y Furioso.