Joel

Crítica de Guido Rusconi - Revista Meta

La nueva película de Carlos Sorín lleva por título un nombre propio, hecho que nos da la pauta de que esta será una historia centrada alrededor de una persona en particular, su protagonista. Sin embargo en Joel, el libreto se enfoca más en todo lo que rodea a este personaje, el cual es un niño de nueves años. Aquí es donde se empiezan a dibujar ciertos paralelismos entre ficción y realidad, ya que el actor que encarna Joel Barrios, también lleva ese nombre de pila, sólo que su apellido real es Noguera. Así también como su contraparte ficticia, Joel vive en Tolhuin, un pequeño pueblo de la provincia más austral de Argentina, Tierra del Fuego.

Joel trata entonces sobre una pareja conformada por Diego y Cecilia, quienes luego de años de burocracia sin fin finalmente son concedidos con la guarda preadoptiva de un niño, del cual sin embargo no saben nada. Desde un principio podemos sentir la incomodidad de ambos al llegar al final del camino por el cual lucharon tanto; es decir, el peligro de que tus deseos más grandes se vuelvan realidad. El primer problema llega cuando se enteran sobre la avanzada edad del niño en cuestión. Considerando que sus expectativas estaban en los cuatro o cinco años, encontrarse con una persona de nueve años les resulta algo alarmante, pero deciden seguir con el procedimiento.

Por supuesto, el tópico principal que toca la película es el de la adaptación de alguien a una familia nueva, teniendo ya un pasado que puede recordar vivamente. La tensión que se vive las primeras escenas que los tres personajes principales comparten como familia llega a niveles estresantes por momentos. Joel se muestra callado, taciturno y extremadamente tímido, como se esperaría de cualquier chico en esa situación. Como espectador uno espera situaciones en las que Joel se desenvuelva y ría o hable más de tres palabras, más esto nunca llega a suceder, por lo que en ningún momento podemos establecer una conexión real con su personaje. No obstante, este hecho no puede ser considerado como una crítica negativa, ya que si pretendemos encontrarnos con una historia con personajes reales y verosímiles, Joel Noguera es irreprochablemente auténtico en su interpretación.

Por otro lado, aunque suene extraño, se siente como si a la película le faltara tiempo de desarrollo. En muchos casos se puede objetar que a un film le sobren minutos, pero en el caso de Joel se da lo contrario. Hay personajes secundarios que en un principio parece que van a tener una injerencia que finalmente no tienen (como el vecino dentista que también es pastor), y a su vez la historia finaliza una vez que se ha alcanzado el punto cúlmine del conflicto, lo cual se podría haber solucionado añadiendo diez minutos en donde hubiera una resolución. Es posible que varias escenas donde se profundizan estas cuestiones hayan quedado fuera del corte final, por lo que sería una decisión consciente de Sorín (quien también escribió el guión) el dejarnos con la duda de qué sucede una vez que termina la película.

Acorde va avanzando la trama, uno no puede evitar pensar en aquellas personas que se autodenominan “pro vida” y sostienen que el aborto legal, seguro y gratuito no es necesario cuando fácilmente se puede dar un bebé en adopción. En un año tan crucial para la sanción de la ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, Joel sirve para darle un rostro a un sistema tan desgastante y que suele dilatarse hasta límites insostenibles como es el de la adopción. Después de todo, en la Argentina existen más de 5000 familias inscriptas para adoptar, según datos del Registro Único de Aspirantes a Guarda con Fines Adoptivos. Del total, solo el 15% está dispuesto a adoptar a niños de 8 años y el 0,8% a chicos de 12. Si bien en la película no se muestra tanto del procedimiento en el sentido más burocrático, se ve en los rostros, en las acciones y en la sobreprotección de Diego y Cecilia, que la orfandad y la adopción suelen ser más cercanos a Oliver Twist que a Chiquititas.

Por momentos entrañable, por momentos incómoda, Joel es en defintiva un buen ejemplo de como hacer una película entretenida y a la vez con contenido social relevante para la coyuntura actual.