Se tomó su tiempo Carlos Sorin, después de aquella joyita que realizó hace ya seis años, "Días de pesca". Y el tiempo trae sus cambios. La nueva película es menos risueña que las anteriores, tiene algunos personajes menos simpáticos, y va de frente contra algunos males de nuestra sociedad. Aún así, es el Sorin de siempre, y siempre bienvenido: tierno, muy buen observador, muy buen contador de historias sencillas y emotivas, notable retratista y director de actores y no actores, y cálido pintor de un territorio famoso por el frío: la Patagonia. Esta vez, todavía más al sur, a las afueras de Tolhuin, en plena isla de Tierra del Fuego.
Allá viven un ingeniero forestal y una profesora de piano, ya medio grandes. Los conocemos justo el día en que pareciera concretárseles el sueño de adoptar una criatura. La emoción, las expectativas, todo está descripto con precisa belleza. Y la perplejidad. El chico que les dan pasa de ocho años, viene de San Justo y, como dice la jueza, "no tiene ninguna familia... funcional". Cuando empiece la escuela y se dé corte hablando de drogas, pandillitas y armas blancas, algunos padres van a poner el grito en el cielo. Entonces se desata el conflicto, bien actual y concreto. Y bien expuesto, sin discurso ni bajada de línea. El final, ahí sí, provoca un gesto de admiración, y una sonrisa de emoción. Intérpretes, Victoria Almeida, Diego Gentile (revelación de "Relatos salvajes"), el niño Joel Nogueira, fueguino, bien natural, Ana Katz, Gustavo Daniele, Emilse Festa. Música, Nicolás Sorin. Coproductor, Juan Pablo Buscarini.