La secuela de John Wick (2014) empieza inmediatamente después del final de la primera parte. Nuestro personaje, termina ciertas cosas que han quedado pendientes, para volver a su casa, y ser visitado por Santino D’Antonio, que enterado de lo que paso, le reclama una deuda de sangre que no se puede negar a cumplir.
Básicamente esa es la historia, sin entrar en muchos detalles (como el trailer, si no lo vieron, NO LO VEAN PORQUE SPOILEA DEMASIADO!), con la que Derek Kolstad (guionista de la primera) continua las peripecias y aventuras de nuestro “héroe”.
Hacer una segunda parte de una historia tan simple como la primera, era complicado. Para ser sincero, cuando me entere que la iban a hacer, dije “para que?, la van a arruinar”. Y ahora, habiéndola visto, puedo decir, sin ninguna duda, que me equivoque. Y mucho.
Lo fantástico de esta secuela es que no solo mantiene el nivel de la primera, sino que lo aumenta, por una cuestión que parecía secundaria antes, pero que explotan de una manera genial. El submundo criminal del que forman parte, que convive con nuestra realidad, pero que ignoramos.
La manera en la que explotan esta híper realidad, en la que el Continental tiene sedes en todos lados, hay “sommeliers” de armas, sastres de elite para sicarios, su propia moneda y reglas, hace que no solo consigamos la dosis de acción que nos deben, sino que además, nos intriga este universo en el que nos van sumergiendo de a poco, siendo fascinante, extrañísimo, pero al mismo tiempo lógico dentro de la verosimilitud que fundo la primera parte.
Sin entrar en detalles, las 2 horas son entretenimiento puro. Con mayores dosis de humor que la primera, personajes secundarios extraordinariamente interpretados por todos (Lawrence Fishburne, Ian McShane, Common, Lance Reddick, Franco Nero y Peter Serafinowicz), una escala mayor a nivel mundial, y Keanu Reeves en su mejor momento, esta película no solo cumple, sino que de mi parte, espero ansioso la próxima, o próximas, que ojala lleguen pronto, y mantengan este nivel.